Lumbago significa dolor en la zona lumbar, ni más ni menos. No es una enfermedad en sí, aunque puede convertirse en una, y es la primera causa de incapacidad laboral en personas menores de 50 años. En este primer artículo de una serie, la Dra. Nathalie Orens, médico y experta en Medicina Integrativa, nos hablará sobre las causas, los tratamientos y la prevención del lumbago.
Índice de contenidos
- 1 ¿Qué es el lumbago?
- 2 ¿Cuáles son las causas del lumbago?
- 3 ¿La degeneración discal como causa de lumbago?
- 4 ¿Lo anterior explicaría el dolor lumbar inespecífico?
- 5 ¿Existen causas extra lumbares que puedan explicar el dolor en la zona?
- 6 ¿Y en el dolor crónico?
- 7 Lumbago crónico
- 8 Tratamientos más habituales en el lumbago crónico
- 9 Tratamientos menos conocidos para el lumbago
- 10 Caso clínico
- 11 ¿Cómo prevenir el lumbago?
- 12 Ejercicios para prevenir la lumbalgia
- 13 Tips útiles
- 14 Bibliografía
¿Qué es el lumbago?
Nos encontramos frente a un gran problema de la salud pública. Personas en edad laboral activa pueden terminar incapacitadas por esta dolencia, muchas veces inespecífica, o sea, que no encontramos una causa concreta para el dolor lumbar.
El porcentaje que ronda la prevalencia del dolor lumbar es del 80% en la población y de este, un 23% podrá terminar con un dolor incapacitante a pesar del tratamiento (1).
¿Cuáles son las causas del lumbago?
Las causas del mismo pueden ser: infecciones, tumores, fracturas, deformidad estructural, procesos inflamatorios (ejemplo: espondilitis), síndromes radiculares (ejemplo: ciática), etc.
Hablamos que hasta un 80% de la población experimentaría dolor lumbar pero es muy posible que esto esté por debajo de los números reales pues este 80% es el que acude a consulta. Mucha gente tiene dolor y no acude a ver su médico/a.
Un aspecto que siempre ha llamado mi atención como médica es el hecho de tratar el dolor lumbar en adultos, incluso cuando tenemos una causa evidente y que este no mejore o deje un dolor residual a pesar del tratamiento correcto. Hasta un 15%, aproximadamente, podrá evolucionar a dolor crónico.
Otros/as no estarán completamente recuperados hasta pasado el año del comienzo de su dolencia, con o sin tratamiento específico. Esas evoluciones tan dispares dan que pensar; no en aras de uniformizar al ser humano, sino de que, detrás de esas evoluciones, es muy posible que hayan causas aún no identificadas o, incluso, la sumatoria de más de una a tener en cuenta y corregir.
¿La degeneración discal como causa de lumbago?
En algún momento de nuestra evolución médico científica, se planteó que la degeneración a nivel de los discos intervertebrales podía ser la causa del lumbago.
Esta versión nunca me ha convencido pues he atendido a adultos de todas las edades y algunos presentaban degeneración discal y dolor lumbar; se recuperaban del lumbago y seguían teniendo la degeneración discal por lo que la asociación no me parecía pertinente.
Un meta-análisis publicado en 2011 estableció que lesiones como protusiones o hernias discales, compresión de la raíz nerviosa, degeneración discal, entre otras no son causas que puedan explicar el dolor lumbar en el individuo en sí (2), es decir, no explica el dolor en el individuo como tal; sí son causas de lumbago.
Eso hace que el dolor, sea donde sea que esté, sea una experiencia personal y que no siempre es fácil de encontrar una respuesta al mismo. Eso no significa que no tengamos que seguir buscando para comprender los mecanismos y con ello buscar la solución al problema.
¿Lo anterior explicaría el dolor lumbar inespecífico?
El primer problema al que nos enfrentamos es cuando no hay una causa concreta para el dolor lumbar. O mejor dicho, una causa no identificable o la sumatoria de varias causas. ¿Cuál tratamos primero? ¿Tratamos todas a la misma vez? ¿Y las que no son “tratables”?
Un ejemplo sería una mujer, 55 años, casada, auxiliar de geriatría, obesa. Aquí tenemos varias posibles causas para el dolor lumbar.
Dentro de los factores que pueden favorecer la aparición del dolor crónico encontramos: “factores físicos y socio-demográficos (sexo, edad, ingresos económicos y educación), factores de comportamiento (fumadores/as y baja actividad física), así como factores relacionados con las actividades diarias y ocupacionales (trabajo físico duro, postura corporal incorrecta, movimientos repetitivos), obesidad y algunas condiciones psicológicas, como depresión, entre otros” (3)
En el ejemplo anterior, y en ningún caso manifestando que la respuesta será siempre la misma (por suerte), se ha visto que la mujer, y además casada, tiene una tendencia mayor a manifestar el dolor, probablemente por causas socio-culturales (3).
A los 55 años de edad la degeneración discal, protusiones y/o hernias, la menopausia y su relación con la descalcificación ósea y la pérdida de fuerza muscular, la artrosis, pueden ser componentes que ayuden a la manutención del dolor lumbar crónico.
Si, además, es obesa (obesidad adquirida en este caso), hablamos de cambios estructurales en su eje corporal, probablemente de larga duración pero que juegan un papel importante a la hora de la relación masa muscular/masa grasa (4).
Su profesión juega un rol importantísimo en cuanto a la mecánica del movimiento, el cual resulta en un gran condicionante pues, aunque se recupere del dolor lumbar agudo, tiene un riesgo más elevado a volver a padecer dolor lumbar en el futuro por su profesión.
Este último, a menos que cambie de profesión, sería uno de los factores no “tratables” pero sí es posible prevenir y/o aminorar el riesgo de repetición. Hablaremos de ello en una futura entrega de dolor lumbar y prevención en las próximas semanas.
¿Existen causas extra lumbares que puedan explicar el dolor en la zona?
Me gusta mucho esta pregunta porque, efectivamente, existen. Desde hace un tiempo me he interesado mucho por comprender la mecánica del dolor y un concepto que llamó mi atención fue el de Sensibilización Central.
“La Sensibilización Central representa una hiperfuncionalidad de las neuronas y circuitos en las vías nociceptivas (las del dolor) causada por aumentos así como a la inhibición reducida en la excitabilidad de la membrana y la eficacia sináptica y es una manifestación de la notable plasticidad del sistema nervioso somatosensorial en respuesta a la actividad, inflamación y lesión neural” (5).
Lo que esto quiere significar es que nuestro sistema nervioso central tiene un doble problema: por un lado, recibe una sensación de dolor, sea con daño tisular o no, y por otro, no es capaz de inhibir dicha sensación.
En nuestro Sistema Nervioso tenemos dos vías: una ascendente que recibe todas las señales y otra descendente que manda señales.
Debe haber un correcto equilibrio entre ambas para que el dolor, entre otras cosas, sea útil y autolimitado. Por ejemplo, si nos hemos caído y nos hemos fracturado la tibia, lo suyo es que nuestro cuerpo mande la señal del dolor al cerebro y este le diga a la parte del cuerpo afectada que no se mueva para no empeorar la lesión. Viene siendo un mecanismo de defensa.
¿Y en el dolor crónico?
En el dolor crónico eso no existe. O por lo menos nunca se ha interpretado como un dolor útil o eficaz. Yo soy de las médicos que piensan que si el dolor existe es porque la causa existe.
Esta puede ser multifactorial y difícil de corregir, sobre todo, cuando hay factores de difícil manejo como la profesión, la edad, el nivel sociodemográfico, etc. pero no debemos dejar de educar a la población pues algunos de estos factores pueden “mejorarse” con, por ejemplo, la dieta y el ejercicio adecuados.
Un concepto que me ha parecido interesante valorar, en mi continua búsqueda de la comprensión del dolor, es el de odontoposturología. Una disciplina que relaciona la oclusión dental y la postura corporal con patologías como el lumbago, los acúfenos, las cefaleas, entre otros.
En Medicina Occidental separamos los órganos para comprenderlos mejor y con ello tenemos las especialidades y supespecialidades y es muy importante tenerlas pero no debemos dejar de lado las disciplinas que integran el ser humano como lo que es: un ser global. Por lo tanto, no deberíamos descartar que afecciones en otras partes de nuestra anatomía pudiesen afectar regiones más distantes.
Lumbago crónico
Tratar el lumbago crónico puede ser todo un reto en algunas personas. Aunque el 80% de la población puede llegar a sentir dolor lumbar en algún momento de su vida, sólo (menos mal) un 15% sufrirá dolor crónico en la zona.
Si el diagnóstico es claro, el tratamiento puede enfocarse hacia este pero con el dolor lumbar inespecífico, a veces, eso se complica. Al no existir una clara causa o coexistir más de una, puede llegar a ser todo un reto poner un tratamiento efectivo.
Tratamientos más habituales en el lumbago crónico
Medicación
Su efectividad es mayor cuando se trata de un cuadro agudo de dolor. En el lumbago crónico sólo los opioides parecen producir un mayor alivio del dolor según una revisión sistemática publicada en 2011 pero también es más común tener efectos adversos (6).
La dependencia a este tipo de fármacos es una realidad y ha causado una crisis en EE.UU. No es algo que pueda recomendar de forma habitual como medida de combate frente al dolor lumbar crónico.
Fisioterapia
La considero una gran aliada es caso de dolor lumbar agudo. En el dolor lumbar crónico puede ser útil para descargar la zona afectada y ser de gran ayuda cuando nos encontramos de baja por este motivo, mejorando el dolor y la funcionalidad, pero no es suficiente para curar el lumbago crónico (7).
Educación para la salud
Todas las medidas que puedan recomendarse y que resulten efectivas para la reducción del dolor lumbar crónico forman parte de las medidas educativas.
La hipertensión arterial, la obesidad (8), el fumar serían factores de riesgo para la ciática (9).
Por lo que perder peso, hacer ejercicio, hacer dieta, dejar de fumar, deberían ser la primeras medidas a tomar.
Otras medidas podrían ser: cambiar de colchón cada 5 años aproximadamente, medidas ergonómicas en el trabajo y en casa, tratar de volver a la actividad lo más pronto posible.
Una cuestión importante es cuando las medidas ergonómicas no son aplicadas en el trabajo pues ello puede conllevar a la cronificación de ciertas lesiones o a la recurrencia de la patología.
Hay ciertas profesiones en las cuales la flexión del tronco y el tener que coger pesos de forma repetitiva, pueden conllevar una mayor probabilidad a padecer dolor lumbar.
A veces, las condiciones del propio trabajo impide poner soluciones efectivas. Recordemos el caso que se expuso en la primera entrega: mujer, 55 años, casada, auxiliar de geriatría, obesa. En la última entrega de esta serie comentaremos qué puede hacer para reducir el riesgo de dolor lumbar crónico.
Tratamientos menos conocidos para el lumbago
Acupuntura
La acupuntura resulta una terapéutica coste-efectiva cuando se trata del dolor lumbar (10) y debería tomarse en cuenta en el tratamiento de pacientes con dolor lumbar agudo, subagudo y/o lumbago crónico.
Su efecto va más allá del placebo como se aprecia en una revisión sistemática publicada en 2010 (11).
Otra revisión sistemática apunta que el tratamiento con acupuntura es mejor a no realizar tratamiento o que es útil como coadyuvante junto a otras terapéuticas, sobre todo, a corto plazo para tratar el lumbago (12).
La acupuntura puede utilizarse durante el embarazo, lo cual representa otra ventaja.
Ozonoterapia
El ozono, una forma alotrópica del oxígeno, se usa desde el siglo XIX pero fue en el siglo XX en el cual comenzó a generar curiosidad a la comunidad científica.
Presenta una serie de características que lo hacen interesantes como ser:
a) es anitimicrobiano,
b) estimula la inmunidad celular y humoral,
c) produce un aumento de la pO2 en los tejidos y mejora el transporte de oxígeno en la sangre;
d) activa los mecanismos de síntesis de proteínas, aumenta la cantidad de ribosomas y las mitocondrias en las células. Esto podría traducirse en la elevación de la actividad funcional y el potencial de regeneración de tejidos y órganos;
e) al aumentar la oxigenación de los tejidos, reduce el proceso inflamatorio y favorece el flujo sanguíneo por los vasos sanguíneos locales (13).
La terapia con ozono parece producir resultados positivos y bajas tasas de morbilidad cuando se aplica por vía percutánea para el tratamiento del lumbago crónico (14) por lo que es una posible terapéutica complementaria y/o alternativa.
Osteopatía
En 2005 se publicó una revisión sistemática en la que los autores concluyen la manipulación osteopática mejora el dolor lumbar, incluso hasta 3 meses después del tratamiento (15).
Una revisión sistemática del 2014, refuerza estas conclusiones (siempre con limitaciones en cuanto a la muestra estudiada) y los autores la recomiendan tanto en dolor lumbar agudo como del crónico y en embarazadas (16)
Caso clínico
Una paciente entró hace unos meses a la consulta y me dijo: “Doctora, sin salud no se hace nada” Así es, le contesté. Se trataba del caso ejemplo que comenté en los primeros artículos relacionados con el lumbago. Mujer, 55 años, casada, auxiliar de geriatría, obesa.
No era su primer episodio de dolor lumbar inespecífico pero este último era particularmente intenso. Estuvo de baja 45 días.
Hablamos de varios aspectos de su vida en las consultas sucesivas que tuvo: su vida familiar, el tener que ocuparse de la casa después del trabajo, el exceso de trabajo en el propio trabajo, las prisas, el estrés en general, su falta de tiempo para realizar sus hobbys, su incorrecta alimentación, etc.
El día del alta hablamos sobre el plan de lo que llamo “Prevención Secundaria” o sea, prevenir que vuelva a ocurrir el dolor lumbar.
Siendo realistas, es una tarea mayúscula pero no imposible. Es cierto que tendrá que tener la meta clara y, sobre todo, ser disciplinada pero también creo que lo puede conseguir y así se lo manifesté.
Veamos ahora cómo conseguir minimizar lo máximo posible el dolor lumbar. Recuerden que estas recomendaciones son generales y que un plan específico debe ser aplicado de forma unipersonal #hablalocontumedico
¿Cómo prevenir el lumbago?
En un artículo científico publicado en 2017, unos investigadores australianos se hicieron la siguiente pregunta ¿Es posible predecir la recurrencia de dolor lumbar tras un episodio agudo?
Sus conclusiones fueron las siguientes: “Después de un episodio agudo de dolor lumbar, un tercio de los pacientes experimentarán un episodio recurrente, y aproximadamente la mitad de ellos buscarán atención [médica].Experimentar más de 2 episodios previos de dolor lumbar triplica las probabilidades de una recurrencia dentro de 1 año” (17).
Visto esto, la recurrencia de dolor lumbar es algo bastante común y por eso, debemos realizar prevención del lumbago para intentar evitarla o minimizarla lo máximo posible.
Valoración de parámetros
Esta paciente se encuentra en menopausia. Entre otras cosas, comentó que tenía mucho cansancio pero que dormía bien.
Se valorarían entre otros la TSH, la Vitamina D, el calcio, un hemograma completo, la glucosa, etc. y ciertas pruebas imagenológicas como radiografías del raquis (al encontrar una dismetría en miembros inferiores), etc. Recuerden que las analíticas/pruebas deben adecuarse a caso.
Pérdida de peso en la prevención del lumbago
Sabemos desde hace tiempo que la obesidad está relacionada con el dolor lumbar agudo y crónico y puede resultar en un círculo vicioso y bidireccional:
me duele la espalda ⇔ limito mi actividad física
obesidad ⇔ me duele la espalda⇔ limito mi actividad física ⇔ obesidad
Una de las submetas a lograr, para la prevención del lumbago, es que la paciente logre bajar de peso. Si bien es cierto que las personas delgadas también padecen dolor lumbar, el hecho de tener obesidad se asocia fuertemente al dolor lumbar.
Veamos por qué:
- Aumento de la carga mecánica en la columna vertebral por el exceso de peso que va generando una carga en los discos vertebrales favoreciendo su degeneración además de otros cambios en la placa (18).
- La dislipidemia, que no es exclusiva de personas obesas, juega un papel importante en el desarrollo de la aterosclerosis causando desnutrición en las células del disco predisponiendo su degeneración (18).
- Con la obesidad se produce una inflamación crónica sistémica por la producción de sustancias endógenas como la citoquinas proinflamatorias TNF-α e IL-6. En personas obesas los niveles séricos de IL-6 pueden estar elevados y esto último está asociado a la resistencia a la insulina (18,19)
Una dieta adecuada a sus necesidades, y según lo que se encuentre en las analíticas, será imperativa para ayudarla a perder peso.
Tratar los miedos y la desesperanza
Cuando se inicia un tratamiento preventivo de cualquier patología, lo que siempre asoma, son los miedos. Miedo al dolor, miedo a no lograr los objetivos, miedo al cambio, etc.
Es muy importante que la persona que comience un tratamiento para conseguir un mejor estado de salud sea sostenido por los profesionales que la sigan.
Recomiendo que haya un/a profesional de referencia para la persona con capacidad de realizar feedback con los demás profesionales enfocados hacia la prevención del lumbago.
Hay que reconocer el miedo al dolor pero no debe ser un impedimento para realizar ejercicio físico. Es más, está recomendado desde hace años que la actividad física debe mantenerse a pesar del dolor.
El reposo absoluto, si tenemos dolor de espalda, es una indicación arcaica y que ha demostrado más daño que beneficio (20). Sólo será prescrita en contadas ocasiones por un/a facultativo/a.
Ergonomía y trabajo
Uno de los riesgos que tiene de recurrencia de la lumbalgia es su trabajo. Esta paciente trabaja 8 horas al día de las cuales casi todas se pasa traccionando, empujando (sillas de ruedas), levantando, colocando y moviendo peso.
En este caso se trata de otras personas dado que trabaja en una residencia de ancianos.
El Real Decreto 487/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la manipulación manual de cargas que entrañe riesgos, en particular dorso lumbares, para los trabajadores (21) impele al o la empresario/a a tomar las medidas necesarias para evitar las manipulaciones manuales.
Vale, tiene una grúa que la ayuda a movilizar a los/as pacientes. Las prisas son malas, ella lo sabe. El gran problema ocurre cuando la carga se debe hacer manualmente. Las posturas, en ocasiones, son extremas. No todo es controlable pero sí es muy importante posicionarse lo mejor y lo más correctamente todo lo que se pueda. ¡Y no sólo en el trabajo!
Higiene postural
Nuestra higiene postural es fundamental si no queremos lesionarnos. Sé que es difícil ser consciente de nuestra postura cuando tenemos prisa o estamos sometidos a presión pero si se practica todos los días, al final se consigue y termina siendo un automatismo incorporado a nuestro cerebro y, por lo tanto, a nuestro cuerpo. En este caso, un automatismo sano.
Por ejemplo: doblar las rodillas al tener que agacharse para coger un peso por debajo de nuestra cintura. “Es que no pesaba nada, Doctora. No sé cómo pude hacerme daño”. Debo deciros que eso es un error, no se trata del peso solamente, se trata de cómo coges el peso.
La espalda debe estar recta mientras flexionamos las rodillas y ¡cuidado con rotar estas! que así nos podemos hacer daño en las mismas.
Da lo mismo que nos agachemos para coger una hoja que se ha caído como si es una caja de 10 kilos. Eso sí, debo advertiros que doblar las rodillas sin flexionar la espalda es, probablemente, más difícil de lo que os imagináis. La teoría es muy bonita pero hay que practicar, ¡todos los días!
Si nuestra postura corporal no es correcta y quiere corregirse existe la posibilidad de hacer ejercicios que nos ayuden en ese sentido. Para ello, te recomiendo leer el artículo de la fisioterapeuta Estela López sobre el Método Mézières.
Ejercicios para prevenir la lumbalgia
El ejercicio físico ha demostrado ser el enemigo número 1 de la lumbalgia. En un meta- análisis publicado este año (2018) los autores creen que sería recomendable una combinación de fortalecimiento con ejercicios de estiramiento o aeróbicos realizados 2-3 veces por semana para prevenir la lumbalgia (22).
Usando la lógica llegaremos a la conclusión que no es lo mismo usar correctamente los músculos y tendones que hacerlo incorrectamente.
El ejercicio físico nos enseñará a realizar una correcta y completa contracción muscular así como un correcto y completo estiramiento muscular lo que llevará a un mejor tono y volumen muscular y por ende a un músculo más fuerte.
¿Qué zonas corporales debe ejercitar esta paciente?
¡Todas, de preferencia! Por su trabajo tendrá tendencia a tener dolor cervical, de hombros, espalda en general, codos, manos , muñecas, rodillas. O sea, las articulaciones podrán sufrir más o menos a lo largo de su vida laboral y es importante intentar minimizar esos daños todo lo que podamos.
¿Qué ejercicios cuidan nuestra zona lumbar?
Una cuestión a tener en cuenta es nuestro eje anteroposterior. Por delante de la columna, en la parte más anterior de todas, tenemos los músculos abdominales y por detrás, los paravertebrales.
Necesitamos un buen balance entre ambos para tener protegida la zona lumbar. No es suficiente con hacer ejercicios que fortalezcan los paravertebrales, también deberemos trabajar nuestros abdominales. ¡Y esto sólo en el plano anteroposterior!
¿Cuáles son recomendables?
Lo más recomendable es hacer un ejercicio global pero se pueden ir trabajando distintas zonas al mismo tiempo. Recomendables: ejercicios específicos para espalda y abdominales, pilates (23), natación y/o ejercicios acuáticos (caminar en la piscina o gimnasia en el agua) (24), tai chi (25), yoga (26), baile de salón.
¿Y cómo se puede elegir?
Habrá que valorar antes las posibles limitaciones físicas previas que tengamos. Es muy importante elegir una actividad que nos motive. Y si dejas una porque no le has encontrado “la chispa”, elige otra, pero no dejes de hacer ejercicio. Háblalo con tu médico/a, seguro que podrá aconsejarte.
Tips útiles
- ¿Quieres hacer una dieta? Ponte en manos cualificadas. No todas las dietas son adecuadas para todo el mundo.
- Lleva tu propia comida al trabajo y, así, sabrás lo que estás comiendo.
- No hay edad para empezar a hacer ejercicio y nunca es tarde para hacerlo. No importa las limitaciones previas que tengas.
- Antes de trabajar en tu labor habitual, “calienta el cuerpo”, haz estiramientos o, si puedes, haz algo de ejercicio para activar tu cuerpo.
- Busca “tu” momento para hacer ejercicio. Si te aplicas y ordenas tu tiempo, seguro que encontrarás el instante para hacerlo. Recuerda: ¡Es por tu salud!
Bibliografía
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