Dolor pélvico crónico

La fisioterapeuta, Estela López, especializada en urología, ginecología y obstetricia nos habla sobre el síndrome del dolor pélvico, un síndrome que incapacita tanto a hombres como a mujeres disminuyendo su calidad de vida de forma significativa.

La fisioterapeuta, Estela López, especializada en urología, ginecología y obstetricia nos habla sobre el síndrome del dolor pélvico, un síndrome que incapacita al paciente y disminuye su calidad de vida de forma significativa.

¿Qué es el dolor pélvico?

El dolor pélvico es un síndrome que cursa con dolor de toda la zona abdominal baja y en las estructuras que forman parte de la pelvis.

Cuando el dolor se mantiene en el tiempo y llega a superar los seis meses de duración hablamos de un dolor pélvico crónico.

¿Por qué se produce el dolor pélvico?

Hay muchas razones por las que se puede desencadenar un dolor pélvico, tanto en hombres como en mujeres.

Las causas pueden ser urológicas, por un problema a nivel prostático, una prostatitis o una hiperplasia benigna de próstata en el caso del hombre, o pueden ser ginecológicas, asociados a dismenorrea o problemas en el ciclo menstrual, endometriosis, después del parto, episiotomías, etc, en el caso de la mujer.

Una musculatura que está dañada a nivel de vagina y ano al final acaba repercutiendo en todo el sistema pélvico e incluso abdominal.

Además, el dolor pélvico se puede deber a infecciones urinarias de repetición, por ejemplo.

El problema lo encontramos cuando el paciente acude a nuestra consulta después de haber ido a muchos especialistas y ninguno de ellos le ha dado una respuesta.

Muchas veces el dolor pélvico se esconde debajo de algo que no da la cara.

Es importante hacer un diagnóstico diferencial a nivel nervioso. Un neurólogo puede estudiar hasta qué punto una estructura nerviosa está afectada.

¿Cuáles son los síntomas del dolor pélvico?

El síntoma de dolor, por ejemplo, al mantener relaciones sexuales, al orinar, a la hora de defecar, o incluso de sentarse.

También puede haber impotencia funcional, por ejemplo, en el hombre, puede haber un problema de erección o de dolor en la eyaculación.

Independiente de la causa, si no se trata, los síntomas van aumentando.

El dolor pélvico es un síndrome que incapacita al paciente y disminuye su calidad de vida de forma significativa.

En éste punto ya no hablamos sólo de dolor sino de una alteración psicológica.

El paciente con dolor pélvico crónico, una vez que ha pasado esos seis meses con dolores, cae en depresión, no duerme bien y lleva una vida muy poco satisfactoria.

Es importante tener en cuenta que como son muchos los síntomas que rodean éste síndrome, no sólo el dolor, van a ser muchos los profesionales implicados en ayudar a éste paciente en el alivio de su malestar.

¿Cómo se trata el dolor pélvico?

Indudablemente con un diagnóstico de la causa del dolor pélvico vamos a poder trabajar mucho mejor, pero si no lo tenemos, vamos a tratar los síntomas.

La fisioterapia tiene una función muy importante a la hora de trabajar el tejido dañado o la víscera mal posicionada.

También es importante el apoyo psicológico para ayudar al paciente a sobrellevar ése dolor y ésa vida que le ha cambiado tanto.

Del mismo modo, conseguir que duerma mejor, que descanse mejor, que sus hábitos sean los correctos, le van a ayudar a que el dolor sea menor.

Las medicinas complementarias tales como la acupuntura o la homeopatía van muy bien en éste tipo de paciente.

¿Qué ocurre en el dolor pélvico crónico?

Cuando el dolor se mantiene en el tiempo hay que hacer un trabajo muy importante a nivel del sistema nervioso central porque en el córtex cerebral se ha generado una respuesta de dolor sin que haya ya un tejido afectado.

¿Hasta qué punto tenemos que seguir tratando el tejido cuando el problema está en el cerebro?

Ésto es un poco complicado de entender pero al paciente hay que explicárselo así.

Por ésta razón es tan importante evitar que el tiempo pase y que eso se mantenga en nuestro cerebro.

De ésta manera, en el momento que sintamos un dolor o molestia a nivel abdominal bajo, de pubis, de uretra, de vagina, de ano, etc. es necesario consultar con nuestro médico.

El paciente que se conforma pensando “ésto se va a pasar” puede acabar con un dolor mantenido en el tiempo.

Es fundamental mantener una actitud positiva que nos permita seguir saliendo a la calle, haciendo nuestras actividades y nuestra vida cotidiana.

La zona genital y pélvica es muy difícil de llevar a nivel psicológico y emocional por lo que es importante parar éste dolor a tiempo. 

Protege tu suelo pélvico mientras haces deporte

Ante todo, realizar ejercicio o cualquier deporte es beneficioso para nuestro cuerpo en muchos sentidos a nivel cardiovascular y músculo-esquelético pero tenemos que tener en cuenta que repercuten sobre nuestro periné.

El suelo pélvico es la parte más inferior de la pelvis y sostiene las vísceras.

Todo lo que hacemos a nivel de esfuerzos repercute sobre esa zona con un impacto descendente, con una presión.

Algunos deportes no ejercen ésa presión y pueden ser más positivos, como puede ser la natación, la marcha, la bicicleta y el baile. 

¿Qué deportes pueden ser perjudiciales para el suelo pélvico?

Hay deportes que son excesivamente perjudiciales para nuestro periné por la presión que ejercen en la zona, tales como:

Atletismo porque en cada zancada hay un impacto descendente de esa zona.

Halterofilia o ejercicios de sala de gimnasio donde trabajamos con pesas ya que es un esfuerzo que soporta nuestro periné.

Deportes de impacto: tenis, saltos o zumba.

Si nuestro suelo pélvico está sano, o sea, no tenemos ninguna incontinencia urinaria, dolor, ni vejiga o víscera descendida, podemos realizar esas prácticas deportivas.

¿Qué hacer para proteger nuestro suelo pélvico?

Es importante tener en cuenta algunas recomendaciones para protegernos y prevenir que aparezcan ésas patologías.

Lo primero es saber que el suelo pélvico debe tener una pequeña contracción hacia arriba y otra contracción abdominal hacia adentro.

De ésta manera nuestro abdomen contrarresta la fuerza descendente con una fuerza ascendente.

Las dos contracciones: del suelo pélvico y de la musculatura profunda del abdomen (transverso) hacen una protección de sujeción de esa zona evitando que la presión llegue hasta abajo. 

Conseguimos esto con un trabajo postural adecuado.

Es fundamental analizar, por ejemplo, cómo corremos, si en una postura muy baja o muy alta para corregir la presión que se pueda estar produciendo.

Además, podemos realizar de manera habitual ejercicios de nuestro suelo pélvico y de nuestro transverso del abdomen para que sea una musculatura preparada.

El trabajo de suelo pélvico y abdomen se realiza fundamentalmente en espiración.

De ésta manera trabajo la respiración a la vez que elevo mi periné y hundo mi abdomen.

Esto lo puedo hacer de manera habitual, en cualquier circunstancia: cojo aire y cuando suelto, hago ese trabajo de suelo pélvico y transverso y así estoy tonificando esa zona. 

Si lo trasladamos a la práctica deportiva, cada vez que realizo un esfuerzo, como agarrar un peso y elevarlo, primero protejo mi suelo pélvico como ya explicamos y luego hago el ejercicio.

Sin embargo, si tenemos alguno de los problemas mencionados, tendríamos que evitar esos deportes que nos dañan y optar por otros que son más beneficiosos. 

Más que suelo pélvico

Las patologías del suelo pélvico no sólo influyen sobre el sistema urinario o el sistema defecatorio. 

El suelo pélvico es un conjunto de partes blandas: musculatura, ligamentos y fascias.

A veces, estas partes blandas se tensan y pueden provocar dolor.

Cuando realizamos deporte, por esas cargas excesivas que hacemos sobre el suelo pélvico, vamos haciendo pequeños traumatismos, que, de manera sumatoria, puede generar una patología llamada dolor pélvico.

Los ciclistas y personas que realizan abdominales concéntricos de intensidad de manera repetida son pacientes de riesgo para éste problema.

Empieza por un dolor a nivel anal o genital y continúa agravándose con una imposibilidad para permanecer sentado durante un largo tiempo.

Es esencial prevenir ésta patología cada vez más común en la consulta. 

A lo hora de practicar ciclismo debemos valorar qué tipo de sillín utilizamos, la postura que llevamos para lo que es recomendable acudir a un profesional y debemos hacer, de vez en cuando, un trabajo de suelo pélvico para mantener su tono para bombear.

En cuanto notemos un síntoma de dolor, dificultad en las relaciones sexuales o en el sistema urinario, acudir al fisioterapeuta especializado para evitar la progresión de la patología. 

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