En esta entrega de Escuela para Padres la psicóloga, Laura Corrochano, nos habla sobre diferentes temas, por qué son importantes, qué puede pasar cuando no tenemos determinadas habilidades y nos propone prácticas útiles para ensayarlas.
Índice de contenidos
Estilos educativos
Los estilos educativos son patrones que los padres aplican para el aprendizaje y educación del niño, esto va a derivar en consecuencias evolutivas y en su ajuste socioemocional.
A continuación se muestran los estilos educativos existentes:
Estilo Autoritario
Los padres no suelen expresar su afecto a los hijos, no le dan importancia a los intereses que los hijos puedan tener y a las necesidades del momento.
Se encuentran bajo un ambiente donde las normas están impuestas muchas veces sin explicación (no vamos al parque porque lo digo yo), se ejercen castigos severos y sin razonamiento.
Consecuencias:
- Va a facilitar que el niño tenga dificultades para el desarrollo de la empatía, esto ocasionará mayores conflictos tanto a nivel interno como con los iguales, puede llevar a que ejerza la violencia en muchos casos y por ende a que sea rechazado.
- Va a presentar infelicidad y baja autoestima.
- Son niños que se caracterizan por ser retraídos y temerosos.
Estilo Democrático
Este estilo se caracteriza por el afecto que muestran los padres hacia los hijos, de una manera constante, la relación es cálida, existe comunicación para expresar deseos y desacuerdos sin miedo, pero al mismo tiempo se establecen limites y normas firmes, con sus derivadas consecuencias tras la conducta.
Sería un padre flexible que favorece la autonomía de su hijo.
Consecuencias:
- El menor desarrollará durante su infancia elevada autoestima, estabilidad emocional, afecto y un conocimiento del yo, así como, estará dentro de los márgenes de un estado alegre.
- Logrará empatizar con los iguales, tener mayor adaptación a las situaciones difíciles y menor malestar interno.
Estilo Permisivo
El menor es el que maneja al adulto.
Los padres anteponen los intereses y deseos del niño, pese a que no sea lo más adecuado en ese momento (regalar un balón que el niño desea aunque se haya comportado mal).
No se establecen normas, no se exige al menor el cumplimiento de determinadas responsabilidades y obligaciones (estudiar).
Se sobreprotege al niño.
Consecuencias:
- El menor no va a desarrollar motivación para trabajar por lo que quiere conseguir, puesto que los padres se lo proporcionan sin esfuerzo y, si lo intenta, se va a rendir mucho antes.
- Va a tener dificultades para el manejo de la frustración y el control de impulsos.
- Son niños inmaduros y egoístas que exigen el obtener las cosas.
Estilo Negligente
La implicación de los padres en las tareas de crianza, educación, y relación es escasa o nula, existe una frialdad y aislamiento.
No existen normas, afecto ni comunicación. En algunos casos no son atendidas las necesidades básicas de alimentación, higiene, cuidados.
Consecuencias:
- Estos niños van a presentar dificultades para desarrollar su autoconcepto, empatizar, desarrollar emociones y presentar una elevada autoestima.
- Van a tener dificultades para seguir normas y límites, lo que va a favorecer que se presenten con mayor probabilidad conflictos con los iguales y la sociedad.
Practica la escuela para padres
¿Sabrías situarte en el estilo educativo que ejerces? ¿Conocías las consecuencias?
La empatía
Es una habilidad de carácter evolutivo, que nos permite ponernos en el lugar del otro, damos a entender que lo estamos haciendo a través de nuestra escucha activa, comprendiendo sus sentimientos, mostrando interés por la información que nos ofrece.
No es necesario compartir las mismas experiencias para entender mejor a los que nos rodean, sólo captar los mensajes verbales y no verbales que nos transmiten las personas y que se sientan comprendidas.
Ventajas de tener empatía
- Los demás sienten que alguien se preocupa por ellos, permite que ellos se sientan bien al poder compartir sus sentimientos y tú también, al sentir que has podido ayudar a alguien, esto permite reforzar el vínculo entre ambas partes.
- Te enriqueces de experiencias de otras personas, aprendiendo de ellas.
- Facilitas establecer nuevas relaciones y mejorar las relaciones anteriores.
- Haces menos daño a la gente cuando te comunicas porque comprendes lo que sienten y adecuas tu comunicación verbal y no verbal.
- Favorece el desarrollo personal y adaptación emocional.
- Fortalece la autoestima de la persona.
Se ha comprobado que los niños más empáticos son menos agresivos, tienen mayor facilidad para expresar sus sentimientos.
Si no desarrollas esta capacidad entiende que:
- Las personas no compartirán sus sentimientos y pensamientos, dará lugar a que te sientas solo y percibas que la gente no quiera contar contigo.
- Por ende, los demás no te escucharan a ti.
- Dificultará crear vínculos fuertes y estables.
- Tendrás dificultades para poder ayudar a otros y entender la estructura de las relaciones interpersonales.
- Dificultará tu comunicación y exteriorización de lo que te ocurre porque creerás que nadie es capaz de comprenderte.
Hay que considerar que:
Los niños empiezan a desarrollar la empatía desde pequeños, pero el mayor auge es entorno a los 10 años, dependiendo del desarrollo del menor.
Los progenitores van a ser la principal figura de referencia para empezar a establecer la base del aprendizaje, a través de la observación directa.
Practica la escuela para padres
– Enseña como hay que escuchar a los otros.
– Cuida tu comunicación verbal y no verbal.
– Trasmite tus propias emociones y pensamientos.
– Adáptalo al momento en el que se desarrollan.
– Debate para crear la base de la comunicación, respetando el turno de palabra, entre otros aspectos.
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La autoestima
Uno de los factores de riesgo personales o internos que podemos encontrar en los menores es la baja autoestima.
La autoestima se puede definir como la valoración o juicio, que hacemos de nosotros mismos: la apariencia física, aptitudes, éxitos personales y profesionales, vida afectiva…etc.
La autoestima tiene que ver con la aceptación de uno mismo, con quererse y aceptarse: con nuestras cualidades, defectos y limitaciones.
Es expresada, con una actitud de aprobación/desaprobación. Es un fenómeno personal pero también social.
Durante la infancia comienza a desarrollarse con las señales de reconocimiento por parte de los padres, familiares y profesores, además de otros factores.
El periodo de la adolescencia es el más inestable y negativo.
Las experiencias vividas en las anteriores etapas, junto con las que se desarrollen en la vida adulta, ayudarán o perjudicaran esa valoración que es siempre susceptible de mejora.
Una buena autoestima favorece la disminución del consumo de drogas, protección frente al consumo de medicación, así como un recurso psicológico en la vida.
¿Cómo detectar el grado de Autoestima?
La baja autoestima se observa y caracteriza con aquellos tipos de comunicación pasiva, caracterizada por la no expresión de sentimientos o pensamientos.
Las personas con baja autoestima se sienten inferiores a otros, creen que sus opiniones no cuentan y desarrollan una conducta permisiva y evitativa.
Tienen un temor exagerado a las críticas y pueden presentar ideas autodestructivas que suelen ser erróneas, tales como, “no merezco vivir”, “soy insoportable”.
Algunos menores habitualmente no parecen reconocer los méritos por nada o bien se permiten ese reconocimiento y sentirse bien consigo mismos en situaciones concretas.
Cuando la autoestima es negativa, genera sufrimientos y molestias que perturban la vida cotidiana, incluso llegan a afectar a nuestra salud.
Si la autoestima es positiva, permite actuar con eficacia y afrontar las dificultades. Las personas con alta autoestima no temen hablar con otras personas, conocen sus cualidades e intentan superar sus defectos. Son organizadas, les gustan los retos, expresan sentimientos, se sienten bien consigo mismas…
Saber qué cosas nos agradan y cuáles nos causan malestar, como un enfado o vergüenza, ayuda a conocernos a nosotros mismos.
¿Qué mensajes positivos ofrecer?
Cuando expresamos mensajes positivos de comportamientos o características que nos gustan de otra persona, contribuimos al conocimiento de nosotros mismos y al propio reconocimiento:
– Aceptar nuestras peculiaridades y sentirnos bien con ellas.
– Cada uno de nosotros es especial e irrepetible.
– Todos tenemos cosas positivas, busca la tuya.
– Querernos a nosotros mismos nos ayuda a querer a otras personas.
– Dile a los demás sus cosas positivas, aprécialas y reconócelas
Practica la escuela para padres
Diariamente elogia a una persona de tu entorno familiar, compañero, amigo, vecino,etc.
Comienza con expresiones como: ¡Me gusta…! Me agrada… Me Satisface…
Por ejemplo:
“Me gusta tu forma de decir las cosas porque me haces sentir bien”.
“Me agrada poder hablar contigo porque me escuchas”.
“Me satisface comprobar que has hecho tu trabajo, te has esforzado mucho”.
Presta atención a la reacción que se produce en ti mismo y en el otro.
¡Comparte tu experiencia!
La comunicación
La comunicación es una habilidad innata del ser humano que nos va a permitir conocer el mundo que nos rodea, organizar nuestro pensamiento, expresar nuestros sentimientos, opiniones y comprender por ende lo que los demás nos tratan de transmitir.
El ser humano es un ser social, que utiliza como sistema, el lenguaje.
En la comunicación participan dos personajes principales el emisor y el receptor, donde se rige por signos y reglas.
Desde el momento en el que nacemos comenzamos a comunicarnos (el llanto de un bebé puede estar indicando que tiene hambre, a lo que el adulto le corresponderá), poco a poco se van adquiriendo y perfeccionando esquemas a través de la experiencia, que serán más complejos.
Dependerá de diversos factores: ambientales, familiares, biológicos, etc., que harán que el bebé comience a emitir las primeras palabras, que suele ser alrededor de los 9 meses.
Es por ello que hay que otorgarle una merecida relevancia a la comunicación puesto que va a marcar la vida de una persona.
¿Cuáles son los componentes de la comunicación?
- Verbal: las palabras elegidas para transmitir nuestro mensaje.
- No Verbal: gesticulación, posición corporal, orientación de la mirada, parpadeo, muecas, movimientos corporales o faciales, distancia, aparencia personal, etc.
- Paralingüístico: la rapidez con la que hablamos, al tono de voz, las pausas, el énfasis, claridad y tiempo de habla.
Es importante que TODOS coincidan.
Si alguno difiere, enviaremos un mensaje incongruente, lo que hará que el receptor no comprenda lo que queremos transmitir y generará problemas.
Practica la escuela para padres
Realiza la PRÁCTICA y reflexiona sobre los resultados. ¡No dejes de comentarnos cómo te ha ido!
Las emociones
La adolescencia es un momento de la vida donde se experimentan fuertes emociones así como frecuentes enfrentamiento con los adultos, por los diferentes puntos de vista que se puedan observar por las dos partes.
Se producen cambios en el desarrollo físico, además de grandes cambios emocionales que, aunque pueden que sean positivos, a veces pueden ser confusos e incómodos para el menor y para los adultos.
Las emociones pueden definirse como un estado afectivo, una reacción subjetiva agradable o desagradable al ambiente, acompañada de cambios orgánicos, pensamientos y conductas, que supone un triple sistema de respuesta, cognitivo, conductual y afectivo.
TODAS las emociones tienen alguna función adaptativa que implica una utilidad y permite que la persona ejecute con eficacia las conductas apropiadas.
PERO cuando éstas se experimentan con excesiva frecuencia, intensidad y duración, interfieren significativamente en nuestra vida, se vuelven desadaptativas pudiendo llegar a ser perjudiciales.
¿Emoción o sentimiento?
La emoción sería un fenómeno de duración breve, horas, minutos, segundos, mientras que el sentimiento, sería la interpretación que le damos, que puede durar de forma más prolongada, años o toda la vida.
Tanto las emociones como los sentimientos nos informan de cómo se están comportando nuestros deseos o proyectos en su enfrentamiento con la realidad. |
Algunas emociones guardan relación con la violencia, como puede ser la ira.
LA IRA es una emoción que se dispara de forma automática ante determinadas situaciones, en general, frente a situaciones que interfieren con nuestros objetivos.
Su función estará dirigida a prepararnos para adquirir el esfuerzo necesario para vencer el obstáculo presentado, siempre que esté dentro de un grado de intensidad adaptativa, si se produce una variación en aumento, puede llegar a ser desadaptativo.
Para saber si la intensidad es adecuada prestaremos atención al funcionamiento de los tres tipos de respuestas:
Respuesta fisiológica:
Analizaremos el aumento de nuestro ritmo cardíaco, si nuestra respiración se acelera, si nuestra musculatura se tensa. Cuando este estado de excitación permanece, estamos más predispuestos a actuar de forma impulsiva llegando a emitir conductas agresivas.
Respuesta cognitiva:
Depende de nuestra manera de interpretar las situaciones. Cuando interpretamos una situación como un abuso, injusticia, falta de respeto o como un obstáculo para conseguir una meta, sentimos ira.
Respuesta conductual o motora:
Se genera una energía interna que se dirige a la eliminación del obstáculo o resolución del problema.
Observar el comportamiento tanto verbal como no verbal, en el que se incluye la expresión corporal y facial.
No debemos confundir la emoción de la ira con la agresividad, ya que la agresividad es un factor del comportamiento que pretende herir física y o psicológicamente a alguien, no una emoción.
Experimentar y expresar la ira a través de la agresividad depende de las conductas que hayamos aprendido a lo largo de nuestra vida.
Practica la escuela para padres
Teniendo en cuenta la causa y la triple respuesta con la que se expresa:
¿Podrías Identificar la IRA? ¿Qué grado de intensidad alcanza?
Presta atención a la reacción que se produce en ti y en las demás personas.
¡Comparte tu experiencia!
El miedo
“Tener miedo a estar colgado a una altura de 10 metros es razonable, miedo a bajar un bordillo, no”.
El miedo es una respuesta emocional que se presenta ante la presencia de peligros o amenazas, y se relaciona con el concepto de defensa. Un mecanismo que nos permite reaccionar ante el entorno.
Es una emoción básica del ser humano que se vincula a la supervivencia.
Por lo tanto, es normal sentir este tipo de emoción y, lo más importante, es necesario experimentarla desde que somos niños para poder desarrollar estrategias futuras ante situaciones, pensamientos y objetos que impliquen una amenaza real.
Si entorpece y ocupa un hueco importante en la vida de una persona, alterando de forma significativa su desarrollo cognitivo y emocional, toma un sentido disfuncional que habría que erradicar, puesto que podría desencadenar en la aparición de una fobia.
Según los estudios, existen miedos innatos, hay una predisposición evolutiva a ciertas situaciones dependiendo de las especies, por ejemplo, la cebra siente miedo del león.
Hay miedos aprendidos, por experiencias vividas propias o ajenas, por ejemplo, al sonido de una ambulancia.
En los menores, dependiendo de la etapa evolutiva en la que se encuentren, van a presentar unos miedos que son considerados propios del desarrollo y por lo tanto adaptativos.
¿Qué miedos son normales?
A continuación, se muestra la CRONOLOGÍA DE LOS MIEDOS INFANTILES, considerados normales, según los psicólogos estadounidenses Thomas R. Kratochwill y Richard J. Morris:
- 0-6 meses: pérdida súbita de apoyo (del soporte) y ruidos fuertes.
- 7-12 meses: a las personas extrañas y a objetos que aparecen súbitamente
- 1 año: separación de los padres, personas extrañas.
- 2 años: ruidos fuertes (sirenas, aspiradores, alarmas, camiones…), animales, oscuridad, separación de los padres, objetos o máquinas grandes y cambios en el entorno personal.
- 3 años: máscaras, oscuridad, animales, separación de los padres.
- 4 años: separación de los padres, animales, oscuridad y ruidos.
- 5 años: animales, separación de los padres, oscuridad, gente “mala”, lesiones corporales.
- 6 años: seres sobrenaturales, lesiones corporales, truenos y relámpagos, oscuridad, dormir o estar solos, separación de los padres.
- 7-8 años: seres sobrenaturales, oscuridad, temores basados en sucesos emitidos en los medios de comunicación, estar solos, lesiones corporales.
- 9-12 años: exámenes, rendimiento académico, lesiones corporales y heridas, aspecto físico, truenos y relámpagos, muerte y, en pocos casos, a la oscuridad.
La importancia de ser conocedores de la etapa evolutiva en la que se encuentra el menor, permiten manejarle, así como permite, que los mismos progenitores controlen las situaciones, sus propias sensaciones y conductas. Lo que conlleva seguridad y tranquilidad que transmitirán a sus hijos.
Practica la escuela para padres
¿En qué etapa se encuentra tu hijo?
¿Reconoces cuales son sus miedos? ¿Son adaptativos?
La responsabilidad
La responsabilidad es un valor que es necesario desarrollar desde pequeños, implica compromiso, deber y obligaciones, y a su vez, ser consciente de que nuestras conductas van a tener consecuencias positivas o negativas.
Podemos encontrar diferentes variantes respecto a este compromiso:
- Con nosotros mismos: orientamos nuestras conductas para conseguir llegar a nuestros objetivos, conseguir el bienestar y tranquilidad personal, sentirnos bien aumentando nuestra autoestima y valores…
- Con los demás: el grupo de amigos, la familia, el medioambiente, la autoridad…
- En nuestras tareas: organizarnos para cumplir con nuestras tareas, actividades, ocio, estudios…
- En nuestra autogestión: saber administrarnos, en la comida, objetos, dinero…
¿Qué implica adquirir responsabilidad?
- Saber tomar una decisión ante diferentes alternativas que se nos presentan y por ende las consecuencias que van a venir tras ella.
- Reforzar nuestra autoestima y seguridad en nosotros mismos.
- Fomentar la autonomía, que implica que aumente la motivación a la búsqueda de más objetivos ante la satisfacción obtenida y por consiguiente potencia la exigencia por seguir consiguiendo más metas y de dificultades mayores.
- La constancia y empeño por conseguir aquello que queremos, hace que cumplamos nuestros logros.
¿Cómo ayudar a nuestros hijos en la adquisición de responsabilidad?
“Nuestros hijos aprenden de nosotros mismos, el mejor ejemplo lo van a tener en casa”
- Adecuar las expectativas y exigencias a la consecución de las metas marcadas, teniendo en cuenta las posibilidades de logro, la edad del menor y la realidad.
- Guiar y facilitar su desempeño para que lo hagan por ellos mismos. ¡No dárselo resuelto!
- Mostrar seguridad ante los temores, tenerlos presentes y hacerlos entender que están ahí pero no intimidarnos ante ellos. Ayuda a que tus hijos sean realistas y controlen la situación por muy difícil que sea.
- Reforzar su esfuerzo, si consiguen lo que se plantean y si no llegan, alentar a que sigan intentándolo.
Los límites
Los niños tienen que comprender que funcionamiento sigue todo aquello que les rodea, cómo y porque se rigen las normas y cuáles son estas.
Deben entender cómo se tienen que comportar ante determinadas situaciones y las consecuencias que tienen sus diferentes comportamientos para permitir que comiencen a elegir la opción más adaptativa en base a ello.
Es necesario que los padres transmitan información de forma concisa y clara sin que haya lugar a contradicciones en las enseñanzas y normas que quieren transmitir para que sus hijos aprendan.
Esto permitirá que cuando llegue el momento de relacionarse en la sociedad, con diferentes grupos de iguales, adultos, comunidades, etc. los conflictos sean menores, los sentimientos negativos que se puedan presentar por su interacción se vean reducidos a un mínimo y el sentimiento de rechazo y/o desaprobación de los demás no se produzca o se reduzca en la mayoría de lo posible.
¿Cómo ponerlo en práctica?
Hay que tener en cuenta que la vida de cualquier persona pasa por diferentes etapas dentro de un desarrollo, que cada una de ellas se caracteriza por la adquisición de unas competencias o habilidades en un momento determinado y que van a promover y permitir avanzar a la siguiente etapa.
Es por lo que distinguimos una infancia, adolescencia, vida adulta y vejez y la importancia de establecer los límites correctos desde la primera para poder movernos de forma adecuada por las siguientes.
Es frecuente que al comienzo de la adolescencia nuestros hijos demanden salir con sus amigos, las salidas comienzan de día y poco a poco van demandando mayor franja horaria de salida.
Hay que partir de la base de la responsabilidad, acordar horas de llegada y salida, sitios a los que se va asistir, personas con las que va a reunirse, tener facilidad de contacto en caso de que se dé la circunstancia, etc.
Poco a poco darán lugar a una mayor libertad con una base de responsabilidad, que a su vez acentúa el vínculo de la confianza entre padres e hijos.
Pautar un límite conlleva: control, cierta libertad para que puedan empezar a tomar poder de forma supervisada y guiado por la responsabilidad.
El autor Robert J. Mackenzie nos refiere el enfoque democrático como el método más adecuado para poner en práctica y más efectivo que nos enseña y permite resolver problemas donde padres e hijos salen ganando, enseña responsabilidad combinando firmeza y respeto.
Se evita luchas de poder y herir sentimientos.
Tipos de límites
- Blandos: “A veces” o “ya veremos” o “quizás”. Dan lugar a mensajes ambiguos lo que implica confusión, pueden cuestionarnos y oponer resistencia por no ser claros con la información que damos y que el otro recibe.
- Firmes: “No”. Transmiten claridad, contundencia y correlación entre conductas y mensaje verbal (no has realizado los deberes, por lo tanto no puedes jugar al ordenador esta tarde), lo que permiten que no haya confusión a la hora de transmitir información y el mensaje no dé lugar a conflictos.
Los límites tienen que ir acompañados de mensajes
Como todas las instrucciones que se dan en diferentes ámbitos y contextos, pueden ir acompañados por mensajes de apoyo, motivación, positivismo, alentador…
Los límites deben de ir acompañados también por este tipo de mensajes, lo que facilita un mejor aprendizaje con connotaciones positivas y que permite una implantación más fuerte en el menor.
Los objetivos son:
- fortalecer el vínculo desde el respeto y la confianza,
- un desarrollo personal adaptativo y
- facilitar la creación de la estructura de los límites y pautas.
Por el contrario mensajes negativos, con carácter de imposición y que generan sentimientos negativos, dan lugar a conflictos posteriores y dificultades de adaptación y entendimiento de la norma.
Practica la escuela para padres
¿Puedes identificar el tipo de límites que utilizas con frecuencia?
¿Causan el efecto esperado cuando se aplican?
Si la respuesta es NO, localiza donde se encuentra el error ahora que conoces la estructura del funcionamiento.
Límites en niños con TDA
¿Qué es el TDA?
El Trastorno por Déficit de Atención (TDA) es un trastorno neurobiológico y con rasgos conductuales, que se caracteriza por la presencia de tres síntomas: Déficit de atención, Impulsividad e Hiperactividad motora y/o vocal. (Este último no se presenta en todos los casos).
¡OJO! se considera trastorno cuando estos comportamientos son frecuentes e intensos e interfieren en la vida cotidiana de los diferentes contextos.
Se suele diagnosticar al comienzo de la escuela primaria.
En su conducta se observa dificultades para escuchar instrucciones y seguirlas, se presentan dificultades para la realización de tareas y finalización, problemas de concentración, desorganización en las tareas y gran facilidad de distracción.
Además si el menor contempla hiperactividad, se observan conductas de inquietud e intranquilidad.
Para poder establecer pautas educativas y límites claros, es necesario una coordinación en la misma dirección por parte de los progenitores, médicos, profesores y todo profesional ligado al menor.
¿Cómo establecer los límites en personas con TDA?
La esencia del establecimiento de límites se centra en:
- Trasmitir mensajes verbales y no verbales que sean claros, concisos y al unísono.
- Verificar que efectivamente lo que se intenta transmitir ha sido escuchado y comprendido.
- Comenzar a dar el mensaje una vez que ambas partes se encuentran preparadas y en calma para darlo y recibirlo, previa explicación de cómo proceder.
- Fomentar la motivación para que sean capaces de elegir la opción más correcta (colaboración y progreso), apoyar siempre aunque la opción elegida no sea la más adecuada y motivar a su cambio.
- Actuar de forma correcta las personas que se encuentran a su alrededor para aprender de ellas, a través de la observación.
- Relacionar claramente la consecuencia que le sigue a la situación o la conducta realizada, tanto si es positiva como negativa.
Límites en adolescentes
La etapa de la adolescencia en la vida de una persona está caracterizada por cambios a nivel físico, emocional, conductual, mental. En muchos casos es complejo para la persona y los que están a su alrededor.
Empiezan a tener contacto con el razonamiento adulto y a buscar una identidad. Teniendo en cuenta esto, es necesario un guía que permita a los menores discriminar, elegir y facilitar las decisiones que tomen acerca de los conflictos que se vayan presentando.
No se trata de hacer lucha de poder, hay que ayudarles a comportarse mejor, dejar que experimenten las diversas consecuencias, que aprendan de sus errores y sus logros y apoyarles a que continúen con su exploración del mundo y de ellos mismo.
Un elemento indispensable y esencial para pautar límites es la alianza que entre progenitores y menor en un nivel adaptativo, definir cada uno el rol dentro de la representación, de madre, padre e hijo/a, estableciendo las características de cada uno de los personajes y definir así el funcionamiento de autoridad.
Establecer límites cuando la situación lo demande y si es necesario. Tanto por defecto como por exceso puede dar lugar a obstaculizar el desarrollo normal del adolescente.
No estancarnos en los mismos límites una y otra vez, hay que adaptarlos teniendo en cuenta al menor y los matices que presenta la situación.
Hemos de tener en cuenta que los límites que se establecen para cada menor son creados para él y bajo unas determinadas circunstancias, si los queremos utilizar para un hijo que posteriormente entrará en esa etapa puede ocurrir que no nos funcione.
¡No te frustres, y piensa en cómo es el menor y reformula el límite que necesita!
Tras las consecuencias obtenidas discernir si se ha conseguido el objetivo. Si no es así, habrá que reformularlo de nuevo, para conseguir el comportamiento deseado.
Practica la escuela para padres
-
¿Que intentamos conseguir? Objetivo (Cambiar la conducta de y/o fomentar…).
- Definir el límite. Ante la Situación de…, Actúas como … (Comportamiento) Ocurrirá que… (consecuencias).
- ¿Se dan las condiciones apropiadas y es necesario? (características del menor, momento y si las circunstancias lo requieren).
- Hacerle saber a nuestro hijo el límite y su funcionamiento, comprobar que lo entiende.
- Ponerlo en práctica.
Las rabietas
Es una etapa natural que forma parte del desarrollo en la infancia, unas veces son transitorias y en otras ocasiones pueden llegar a ser tan frecuentes e intensas que pueden derivar en problemas familiares, sociales, escolares y personales.
Aproximadamente a los dos años el niño comienza a ganar independencia y los padres tienen que pautar y poner normas para reglar la conducta.
En éste momento comienza la dificultad de que el niño no entiende porque no le dejan continuar jugando porque sea la hora de comer, tenga que irse a la cama, que le apaguen la televisión porque es suficiente por hoy, que no le dejen el móvil, o cualquier otra cosa que se le niegue al niño que está reclamando.
También es utilizado para llamar la atención: cuando el niño tiene hambre, sueño o quiere cariño.
¿Por qué se producen las rabietas?
Su reacción es debida a que todavía no dispone de estrategias suficientes y adecuadas para expresar su desacuerdo ante la negación, pedir que cubran sus necesidades o porque hay información que le falta para poder comprender la situación.
También interfieren sus propias limitaciones físicas (no poderse subir a la atracción que quiere) o comenzar una tarea, juego o dinámica y no saber resolverla.
El niño se frustra principalmente, pero también se puede angustiar y entristecerse, su reacción puede derivar en lloros, tirarse al suelo, gritar, romper objetos, ser violento con alguna persona…
¿Qué podemos hacer ante una rabieta?
- No prestar atención, ignorar dicho comportamiento manteniendo la calma y estando tranquilos. Es importante que el niño perciba que ese comportamiento hace que no obtenga la atención deseada. Sí es necesario vigilar que no se haga daño.
- Podemos cambiarle del lugar donde comenzó la rabieta y que permanezca en el nuevo hasta que se relaje, así como quedarnos cerca de él sin prestar atención y darle su espacio.
- Hasta que no empieza a relajarse, no intentar reflexionar, toda explicación que queramos dar no va a ser entendida. Lo que tengamos que transmitirle debe ser claro y conciso, no largas explicaciones.
- Importante no saltarse el paso de la reflexión después de una rabieta, para no transmitir abandono al niño.
- Nos encontraremos que reaccionaremos pidiendo que se calme, entender que el niño no sabe qué es eso…
- No enfadarse con él, castigarle o decirle que es malo.
- Serenarse y comprender la situación, ¿Por qué se ha producido?
- No sentirse mal y no tratar de evitar lugares por su posible reacción, por impedir pasar un mal rato… ellos pueden percibirlo y reforzaríamos su conducta.
¿Cómo podemos prevenir las rabietas?
- Saber identificar lo que produce la rabieta para poder anticiparnos a la misma: cuando están cansados, tienen sueño, hambre, están enfermos, si tienen dificultad en la tarea, si quieren algún objeto que no pueden tener, si se les va a interrumpir una tarea…
- Motivar la comunicación: preguntar e interesarnos por su día a día, haciendo referencia a las emociones, igualmente nosotros transmitirles lo mismo.
- Comunicarnos expresando nuestras emociones, siguiendo siempre la misma estructura:
- Describir lo que ocurre.
- Como me siento (emoción)
- Buscar una alternativa y solución.
- Si está haciendo alguna actividad que vemos que es difícil para el niño, ofrecer nuestra ayuda y participar. Por ejemplo: ¿Qué estás haciendo? ¿Puedo ayudarte?
- Ofrecer alternativas a la situación que le vamos a negar (una fruta en lugar de una galleta).
- Reforzar las buenas conductas por pequeñas que sean mediante abrazos, sonrisas, comentarios agradables… Utilizar en menor medida el refuerzo material.
- No enviar mensajes anticipatorios del estilo “compórtate y no montes el espectáculo”
Los celos
Los celos son una emoción que podemos llegar a sentir todas las personas en diferentes etapas de nuestro desarrollo.
Nacen de la inseguridad que sentimos, de la no aceptación y la autocrítica. Son una realidad en cierta manera distorsionada, de que somos menos queridos.
Es una emoción difícil de reconocer en muchos casos porque se tiende a ocultar, disimular e incluso negar. Afecta directamente a las relaciones interpersonales por la alteración emocional que provoca.
Teniendo esto en cuenta, cuando un niño hace visible dicha emoción, nos está mostrando su malestar interior, compuesto por complejas y diferentes emociones negativas.
Éstas emociones negativas están relacionadas con el miedo, la angustia, ansiedad y baja autoestima. El niño por si sólo no es capaz de entender ni asimilarlas, llegando a su máxima intensidad y la necesidad de expulsar.
¿En qué momentos podemos observar celos?
- Con el nacimiento de un hermano.
- Según el momento evolutivo.
- Cuando hay rivalidad entre hermanos.
- En el caso de que haya una jerarquía de privilegios en la familia.
- Si el vinculo que existe entre padres e hijos es diferente con unos y otros (preferencias, trato).
- Si el niño tiene inseguridad o sentimientos de desvalorización.
¿Cómo se manifiestan los celos?
Dependiendo del temperamento de cada niño, de los recursos aprendidos referentes a las estrategias de control, del entorno social, del contexto donde se encuentra…
Vamos a tener diferentes reacciones que van de un extremo a otro:
Todas las estrategias que van a utilizar giran en torno a recibir la atención que sienten que les han retirado, para ello las rabietas serán mas frecuentes y de mayor intensidad, los llantos, negación.
Aunque su comportamiento conlleve una consecuencia negativa, no importa si el resultado es que le presten la atención que reclama.
Por lo general tendemos a creer que el perfil de un niño celoso es movido, que incordia, desobedece y sí, es cierto, pero tenemos que tener presente que, otros niños por el contrario, pueden retraerse y apartarse, sienten que no son importantes. Podemos notar una desmotivación y apatía.
Pueden tener síntomas referentes a la alteración del sueño o alimentación, así como conductas agresivas debidas a la alta frustración y bajo control.
¿Qué podemos hacer para evitar los celos?
- Lo principal es fomentar la sensación de seguridad del menor, para evitar la autocrítica y mejorar su autoestima.
- Promover el refuerzo de sus logros, evitar comparaciones, no le critiques cuando cometa un error, solo la conducta a modificar, muestra confianza y cariño, facilita la expresión de sus emociones.
- Repartir responsabilidades diarias de forma equitativa.
- Promover juegos en familia.
- Reservar momentos de comunicación entre todos los miembros de la familia.
- Fomentar la cooperación entre todos.
- Crear limites y ponerlos en practica.
- Dar responsabilidades y beneficios correspondiendo a las edades.
Otros artículos de interés: ¿Qué es el Trastorno Negativista Desafiante?
Síndrome postvacacional en niños
No existe una tipificación en los manuales de clasificación al respecto, aun así nos encontramos con reacciones que no podemos obviar.
Como en los adultos, el volver de las vacaciones a la rutina en poco tiempo, puede ocasionar alteraciones emocionales y físicas.
Recuperar horarios de sueño, obligaciones, actividades y alimentación, en algunas ocasiones resulta difícil para los pequeños. Es un proceso normal.
Si añadimos que puede existir un cambio de centro, repetición de curso, nuevos profesores, nuevo ciclo formativo primera vez en centro escolares… puede aumentar la dificultad de adaptación.
Este problema de afrontamiento, se suele manifestar con dolores de cabeza, vómitos, diarrea, llanto, tristeza, falta de apetito, fatiga, insomnio, falta de concentración…
Las reacciones del síndrome postvacacional en niños se presentan durante la primera semana de retomar el curso , si se alargan mas allá habría que evaluar que está ocurriendo.
Es muy importante descartar siempre ante estos síntomas, si existe un problema orgánico y si el retomar las clases es debido a una dificultad académica, problemática con compañeros o profesorado y no un mero hecho de adaptación como recogen estas líneas.
¿Cómo minimizar los efectos del síndrome postvacacional en niños?
Establecer poco a poco los horarios que van a regir la rutina, en cuanto a pautas de alimentación, horarios de sueño, tiempo de estudios, actividades extraescolares, tiempo libre, tiempo en familia, etc.
Incentivar la comunicación entre padres e hijos, intercambiar experiencias del día, como ha sido el día en el centro escolar, motivar y alentar al pequeño hacia el interés y atractivo del curso escolar (compañeros, profesores, el nuevo curso, asignaturas…)
El cómo afrontamos los adultos la rutina va a ser el reflejo para los menores, por ello es muy importante transmitir de forma positiva la vuelta al cole o al trabajo, no como algo molesto o angustiante.
Apoyar y motivar la nueva etapa que se comienza con ilusión.
Practica la escuela para padres
Hacer los deberes
Ha comenzado el curso escolar y por ende, los padres deben hacer hueco para una tarea más: ayudar y prestar apoyo en el estudio de sus hijos en el hogar. Es habitual encontrar a padres que se convierten en maestros, para facilitar el desarrollo intelectual de sus hijos.
En muchos casos, la falta de tiempo o de conocimientos sobre la materia puede generar en el adulto diferentes emociones, estados y verbalizaciones negativas, relacionados con la culpa, ansiedad, tensión o dudas de la capacidad como padres.
No solo se asientan los conocimientos que han aprendido durante el día en el colegio, si no que están transmitiendo constancia y perseverancia ante el trabajo, por lo que hay que crear un ambiente relajado, al margen de presiones.
Los padres son las primeras figuras de referencia con la que se va a encontrar un niño, convirtiéndose así, en los primeros modelos a seguir.
¿Cómo enfocar la hora de estudio?
El método educativo que se elija ha de ser flexible y tener en cuenta las características que rodean la situación y la individualidad, tanto del padre como del menor, se ha de crear un ambiente que se caracterice por ser un momento de interacción y bienestar entre padres e hijos.
Durante el momento de estudio muchas veces se puede perder la paciencia.
Hay que tener en cuenta la edad del niño y lo que conlleva, las preguntas que realiza, responder acorde a las necesidades individuales que presente, tener en cuenta las responsabilidades que puede abarcar…
Recomendaciones
- Tenemos que fomentar que elabore sus conclusiones y dirigirle si lo requiere para poder llegar a su objetivo, de forma tranquila, animándole a que lo consiga.
- No castigar ante los errores, ni burlarse.
- Escuchar activamente sus inquietudes y preocupaciones, lo que nos permitirá detectar sus miedos e inseguridades.
- Nunca comparar con los demás.
- Estimularle con diferentes materiales o actividades relacionadas con la materia, para inculcar interés por el aprendizaje de una forma lúdica. (Visitar bibliotecas, hacer lecturas conjuntas…)
- Darle tiempo en sus respuestas, que se sienta cómodo a la hora de expresar o comunicarse.
- Transmitir confianza, y fomentar que perciba de forma positiva su capacidad.
- Ser coherentes con lo que se hace y se dice.
Que los niños alcancen un resultado positivo en el estudio no solo se debe a su capacidad de memorización, también influye su razonamiento, la capacidad de interactuar y comunicarse y la confianza en sí mismos, entre otros.
Es importante compartir un momento con ellos y tener en cuenta que lo que importa es la calidad y no la cantidad en muchos casos.
¿Qué obstáculos nos podemos encontrar?
A día de hoy nos encontramos con dificultades para fomentar el estudio en casa, puesto que existen distracciones que alejan del estudio a nuestros hijos.
Si no se utilizan debidamente la televisión, el móvil, Internet o los videojuegos, se pueden interponer en nuestro objetivo, porque:
- Dificultan el desarrollo de las habilidades de comunicación, la acción, disminuyen el esfuerzo, y la adquisición de habilidades sociales, etc.
- Dificultan el desarrollo de la concentración.
- Facilitan el aislamiento social, exposición a conductas no saludables y violentas, así como a riesgos de privacidad.
Por lo tanto:
- Es importante delimitar el tiempo de uso, así como los contenidos a los que los menores acceden.
- Impedir que generen una dependencia y sustituyan el juego, los hobbies y otras formas de ocio, así como su desarrollo intelectual.
Bibliografía
-Robert J. Mackenzie: “Poner limites” como educar a los niños responsables e independientes con límites claros.
- Marina Jose Antonio. “Los miedos y el aprendizaje de la valentía”. 2014. Ariel.
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