Actualmente, por diferentes medios de comunicación, vivencias propias o de personas cercanas a nosotros, se da a conocer un problema cada vez más evidente que se desarrolla en el seno de muchas familias de nuestra sociedad: la violencia Filo-Parental o Violencia intrafamiliar ascendente.
¿Qué es la Violencia Filo- Parental o Intrafamiliar Ascendente?
Es un acto violento, abusivo y recurrente, que ejercen los hijos conscientemente e intencionalmente hacia sus padres, con el objetivo de poder controlarles y ganar poder y dominio sobre ellos.
La edad de los hijos agresores se sitúa en la preadolescencia y adolescencia, con mayor incidencia entre los 14 y 16 años. Este tipo de conducta en jóvenes y adolescentes, son muy concretas y se diferencian de las conductas disruptivas propias de dichas edades, por la violencia con la que se desarrollan y las secuelas de las víctimas.
La mayoría de estudios muestra una mayor prevalencia de que las madres son las más agredidas.
Instituciones sociales, sanitarias y judiciales cada vez registran más casos, aun así, son muchos los que se desconocen por el encubrimiento por parte de las víctimas y la negación de los menores, lo que no permite conocer la magnitud exacta del problema.
Se origina un comportamiento con un patrón de conducta que se manifiesta en forma de falta de límites, arrebatos incontrolados y extremista.
La mayoría de los niños y adolescentes violentos expresan una profunda aversión a ser supervisados o guiados por sus progenitores, presentándose igualmente cuando existe un desacuerdo entre progenitor e hijo.
Cuando los progenitores intentan controlar dichas situaciones utilizan reprimendas, amenazas o castigos, incrementan la intensidad y frecuencia de la conducta violenta del menor.
De esta forma, el hijo aprende a conseguir lo que quiere por la fuerza, y los progenitores a someterse. Esto conlleva con el tiempo, mayor grado de violencia y sumisión, estableciéndose así el patrón de relación familiar.
Se reconocen 3 tipos de violencia:
Violencia Física: actos violentos directos, patadas y puñetazos dirigidos hacia los padres u objetos del hogar, amenazar con objetos peligrosos, empujones, arañazos…
Violencia Psicológica: insultos, gritos, mentiras, hacer sentir mal a la otra persona con vejaciones sobre su apariencia y personalidad, hacerles pensar que están locos, realizar peticiones poco realistas a los padres, amenazar con suicidarse, huir de casa, insistir en que acaten sus normas…
Violencia Económica o Financiera: Robo de dinero, exigir la compra de cosas que no pueden permitirse, vender pertenencias de los padres o de ellos mismos, contraer deudas que deberán pagar los progenitores…
– Las pautas de crianza sin coherencia, es decir, directrices, normas educativas, castigos que llevan a contradicciones, con estilos educativos exigentes, normas y límites diferentes entre ambos progenitores, así como adoptar estilos permisivos, autoritarios y negligentes que predisponen su desarrollo, como puede ser permitir determinadas conductas que visiblemente no son positivas para el desarrollo educativo, hacer un uso estricto de la autoridad como padres y tener conductas negativas que dañan el cuidado del menor.
– Situaciones en las que se exige al menor un elevado nivel de autonomía y responsabilidad que no se relaciona con su madurez y edad.
– El menor con características de consumo de drogas, baja autoestima, poca empatía, impulsividad, baja tolerancia a la frustración y ansiedad. Dificultades para controlar la ira y expresión de emociones, tendencia a la irritabilidad y problema de sueño… Todo ello causa malestar psicológico que va en aumento si no se detiene a tiempo y torna en conductas de expresión violenta.
– Estos menores suelen mostrar conductas agresivas en otros ámbitos, un ejemplo de ello es en el contexto escolar, donde se observa la dificultad de adaptación y el bajo rendimiento escolar.