Esta semana te ofrecemos un nuevo artículo del Equipo Cira, la Lic. Pedagogía, Myriam Jiménez Gómez, nos habla sobre tener al niño o la niña en brazos y sus consecuencias para su desarrollo.
¿Quién no ha oído esta orden alguna vez? (Digo orden porque, en el tono imperativo que se suele utilizar, hay más de orden que de sugerencia)
Pues yo misma la he escuchado esta mañana y he reflexionado, una vez más, sobre el chocante mensaje que nos transmiten estas palabras.
Una mamá de un recién nacido decía con rotundidad “No quiero cogerle que no quiero que se acostumbre” y al mismo tiempo con cierta timidez y un tono algo más íntimo añadió “es lo que me dice todo el mundo”. Algo en su interior le hacía dudar de ello, seguramente porque pensaría ¿qué consecuencia negativa puede tener que una mamá, un papá o incluso aquella persona que está al cuidado de un bebé, le coja en brazos?
Si nos detenemos a pensar qué función puede cumplir para el desarrollo de un niño, el acto de ser cogido por un adulto encontraremos que, realmente, existen más beneficios que perjuicios.
Durante el embarazo la madre y el bebé están íntimamente unidos, tras el nacimiento los niños necesitan un contacto directo con sus padres para desarrollarse adecuadamente, quieren notar su cercanía para sentirse amados y seguros, necesitan contención física y emocional.
Si un bebé llora precisa que alguien dé respuesta a su llamada porque necesita contacto, cariño y afecto. Pero aún hay más, ese contacto íntimo es imprescindible para garantizar su alimentación y además para su maduración sensorial y emocional.
El llanto es el principal instrumento que pueden utilizar los bebés para comunicar todo aquello que necesitan, si sus llamadas no obtienen respuesta aprenderá a resignarse y a no hacer demandas.
Pero, qué pasará si tiene hambre, si se siente inseguro porque ha oído un ruido nuevo, si no puede conciliar el sueño o simplemente quiere saber que sus padres están ahí, vigilando que no le pase nada… podrá sentirse indefenso, abandonado o que no es interesante para otros seres humanos.
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Coge en brazos a tu bebé
Si pensamos en el método canguro, empleado generalmente con bebés prematuros manteniendo el contacto piel con piel, durante todo el tiempo posible, del bebé con el pecho de su madre o padre, muchos estudios demuestran que son muchos los beneficios para estos pequeños dado que regulan mejor su temperatura, tienen menor riesgo de infección, favorece la lactancia materna y presentan más ganancia de peso, favoreciendo además una mayor confianza de la familia en el cuidado de sus hijos.
Según Adolfo Gómez – Papi, en su libro, “El Poder de las caricias” comenta que, desde la antropología, la psicología y la medicina se está dando cada vez más importancia al contacto piel con piel, a coger al pequeño o a portearlo, al atender su llanto no solo cuando tiene hambre o tiene el pañal sucio.
Kyra Karmiloff, experta investigadora sobre el desarrollo infantil nos apunta en su libro: “Todo lo que tu bebé preguntaría… si pudiera hablar”, que los abrazos y la seguridad animan al bebé más allá de los límites de su entorno y le ayudan a forjar la confianza en otras personas.
Un bebé se sentirá amado y protegido por sus padres cuando le responden, de manera sensible, a sus reacciones, y, en los primeros meses de vida, esto pasa por ser cogidos.
La etapa inicial de la vida de un bebé marcará, en buena parte, cómo será como adulto.
Las áreas del cerebro que en el futuro serán responsables del comportamiento social y la regulación del estrés se desarrollan durante los tres primeros años de vida. Las primeras fuentes de placer son el tacto, el oído y el olfato por tanto sentirse cogido amorosamente, es el estímulo más importante para su desarrollo.
Dejar llorar al bebé y no cogerle sistemáticamente puede impedir que se desarrollen estas áreas cerebrales, provocando que los niños sean más dependientes, tengan problemas de autorregulación, menos capacidad para afrontar situaciones de estrés y tengan menos seguridad en sí mismos.
Algunas sugerencias para el bienestar emocional del bebé
Ahora dale muchos besos y abrazos, acaríciale y dale suaves masajes que estimulen su cuerpecito, todo ello le ayudará a ir formándose como una persona más segura, que valora el hecho de estar en compañía de otros y sabrá dar compañía y calor a otros.
Cuando crezca y empiece a realizar sus primeros desplazamientos, gateando y caminando, se irá alejando poco a poco de esos brazos que al principio le dieron tanto calor y cobijo, pero os mantendrá unidos a través de la red que habréis construido desde vuestro interior.
Coge a tu peque en brazos cuando puedas, cuando te lo pida o cuando las señales que observas en el comportamiento de tu bebé así lo puedan requerir, tú eres quien mejor le conoces.
Los masajes al bebé pueden ayudarle en su desarrollo psicofisiológico y a establecer una buena relación entre tú y él. Es un momento único e irrepetible en el que podréis compartir sonrisas, palabras y sentimientos.
Háblale y cántale muy suave, hará que se fije en tu cara al estar tan cerca de ti y así empezaréis a comunicaros rápidamente.
Cuando un bebé llora necesita que le atiendan lo antes posible.
Coger al bebé en brazos no es malcriarlos, sino criar desde un apego seguro. Cuando le coges en brazos el bebé siente que estás cerca de él, que le proteges, le transmites calma y seguridad. Es lo que necesita en esa etapa y llegará un momento en que dejará de necesitarlo y tú lo echaras de menos.
Bibliografía recomendada
- Todo lo que tu bebé preguntaría… si pudiera hablar, Kyra Karmillof.
- El Amor Maternal, Sue Gerhardt.