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Las lesiones meniscales son una de las más comunes en la rodilla. Cualquier movimiento en el que se gire la rodilla con ésta en extensión y con el peso del cuerpo sobre ella puede provocar un desgarro o rotura del menisco, explica la fisioterapeuta, Laura Flores.
¿Qué son los meniscos?
Los meniscos son anillos de fibrocartílago incompletos situados dentro de la rodilla a nivel de las espinas tibiales de manera que tienen un cuerno anterior y otro posterior. El menisco externo tiene forma de O mientras que el menisco interno tiene forma de C.1.
Cuando realizamos una extensión de rodilla los meniscos se van hacia atrás y cuando hacemos una flexión, se anteriorizan. En ambos casos, al tener sus puntas fijas se deforman durante el movimiento. En las rotaciones los meniscos siguen el movimiento del fémur.
La función de los meniscos es la de evitar el roce directo entre la tibia y el fémur durante los movimientos a los que está sometida la rodilla ayudando a lubricarla, aumentan la congruencia articular dando estabilidad a la rodilla y transmiten las fuerzas de compresión entre el fémur y la tibia.
Mecanismos de lesión del menisco
Las lesiones meniscales son una de las más comunes en la rodilla. Cualquier movimiento en el que se gire la rodilla con ésta en extensión y con el peso del cuerpo sobre ella puede provocar un desgarro o rotura del menisco. Se puede lesionar, también, por aplastamiento ante una caída sobre las piernas con la rodilla en extensión.
Otro mecanismo lesional es una flexión total brusca y forzada con el peso del cuerpo sobre la rodilla, esto puede lesionar los meniscos (al ponerse de cuclillas, por ejemplo) así como cambios degenerativos en los mismos.
Las lesiones pueden ser pequeñas fisuras, roturas parciales o totales.
Factores de riesgo
Determinados ámbitos laborales como la albañilería, la fontanería, etc. donde se mantienen posturas muy forzadas de la rodilla o determinados deportes como el esquí, el fútbol, el tenis, el padel, etc. donde se pivota mucho sobre las mismas constituyen un gran factor de riesgo para lesionarse.
Asimismo, factores intrínsecos en la persona como la edad, la obesidad, la debilidad muscular o la laxitud ligamentosa favorecen la aparición de este tipo de lesión.
Otros tipos de “lesiones”
Los meniscos pueden tener formas no fisiológicas que pueden provocar sintomatología como tener el asta anterior descolgada, que no exista parte del menisco, un menisco en forma de disco en lugar de medialuna…o aparecer incluso quistes que pueden apreciarse desde el exterior y con la rodilla en flexión debido a cambios degenerativos.
Síntomas y signos de las lesiones de menisco
- Dolor: el dolor en la rodilla es difuso y, normalmente, el paciente se señala en la parte posterior de la misma. No suele ser constante si no hay algún trozo de menisco que se interponga entre la tibia y el fémur por lo que puede generar un error en el diagnóstico.
- Derrame sinovial: este tipo de lesiones cursa con una inflamación en la rodilla que aumenta la secreción de líquido en la zona. Dependiendo de la cantidad ese líquido puede reabsorberse sólo o es necesaria una punción para sacarlo.
- Bloqueo: Cuando la rotura del menisco es total quedando un trozo de menisco suelto, éste puede interponerse entre la tibia y el fémur creando una limitación de la movilidad, en la mayor parte de las ocasiones, en el movimiento de extensión. No suele ser constante puesto que el cuerpo libre se traslada dentro de la articulación y puede dejar de interferir en el movimiento.
- Inestabilidad: sensación de fallo en la rodilla.
- Chasquidos: el desplazamiento de la superficie del fémur sobre la superficie irregular del menisco provoca un ruido espontáneo y claramente audible desde el exterior.
Diagnóstico de las lesiones de menisco
Existen pruebas de valoración diagnósticas como los test de McMurray y Apley muy clarificantes en las que poniendo en tensión las estructuras meniscales favorecemos la aparición del dolor y, por tanto, sospecharemos de una lesión.
Una radiografía y una resonancia nos mostrarán con exactitud el alcance de la lesión para poder actuar de manera personalizada en cada paciente.
Tratamiento de las lesiones de menisco
En muchas ocasiones el tratamiento con reposo, aplicación de hielo, tratamiento fisioterapéutico y fortalecimiento de la musculatura de la rodilla es suficiente para una buena cicatrización del menisco y por tanto para una buena recuperación.
Sin embargo, lo habitual es que este tipo de lesiones sean susceptible de pasar por quirófano para poner una solución a través de una artroscopia y, posteriormente, se realice un período de rehabilitación con fisioterapia.
A nivel quirúrgico se pueden realizar suturas el menisco, remodelaciones o incluso trasplantes en función del tipo de lesión y el criterio del médico.
La cicatrización de los meniscos es bastante difícil ya que están muy poco vascularizados. La parte libre de los mismos no lo está por lo que si la lesión se produce a ese nivel tendrá peor pronóstico que si se produce en la parte periférica que si contiene mayor vascularización.
Los objetivos del tratamiento de fisioterapia van a ser el alivio del dolor, disminuir la inflamación si la hubiese, así como un posible hematoma postoperatorio, fortalecimiento de la musculatura de la rodilla para dar estabilidad a la misma, trabajar la propiocepción de la rodilla y, en última instancia, realizar una readaptación al esfuerzo personalizada en función de las circunstancias de cada paciente.
En general, la recuperación de una lesión meniscal tras una intervención quirúrgica no suele tener complicaciones y el paciente está prácticamente recuperado entre un mes y tres meses después de la intervención según el tipo de meniscectomía aplicada.
Dependiendo de la actividad deportiva que realice o actividad laboral, la incorporación a la misma será más temprana o más tardía.
Prevención de lesiones de rodilla
El mecanismo de lesión de los meniscos suele ser fortuito y puntual, es decir, la lesión no suele producirse por desgaste por lo tanto es muy difícil prevenirla.
Podemos tomar una serie de precauciones y medidas que nos ayuden a tener una buena estabilidad de la rodilla y a que la rodilla esté preparada para soportar aquellas fuerzas lesionales a las que pueda estar sometida en un momento determinado.
Así, es muy recomendable:
- potenciar la musculatura de la rodilla (cuádriceps, isquiotibiales, aductores, etc.) que aporten firmeza a la rodilla;
- realizar un calentamiento previo específico de las rodillas siempre que vayamos a realizar una actividad deportiva;
- cuidar nuestro peso puesto que cuanto mayor sea el peso que tengan que soportar las rodillas mayor es la posibilidad de lesionarse y padecer dolores;
- realizar ejercicio moderado y evitar posiciones extremas como permanecer en cuclillas, por ejemplo.
Bibliografía
Prevención, actuación y tratamiento de las lesiones deportivas. Ed Logoss. Juan Carlos Orihuela. Páginas 201, 212-217
Diccionario médico terminológico de ciencias médicas. Ed Masson. Pág. 755
Lesiones meniscales. José Ma. Busto Villarreal,* Ibrahim Liberato González,** Gloria Vargas Sánchez***
Lesión y rotura del menisco: Consejos y tratamiento fisioterapéutico.