Cada persona busca por diferentes medios sentir en sí mismo la sensación de plenitud y gozo que, a falta de mejor expresión, llamamos felicidad, expresa el Psicólogo Social,
Daniel López Ruiz.
¿Qué es la felicidad?
La felicidad es la meta buscada por el ser humano, el estado al que aspira todo aquel con conciencia. Salvo trastorno o problema mental, cada persona busca por diferentes medios sentir en sí mismo la sensación de plenitud y gozo que, a falta de mejor expresión, llamamos felicidad.
Hasta aquel masoquista que se afana en su diferenciación con un “¿Y si yo no quiero ser feliz?”, ya le han contestado en la inmensidad de las redes sociales “bueno, si eso es lo que te hace feliz…”.
Es que con la difusión de la información a través de Internet, se sufre continuamente un bombardeo masivo de mensajes que incitan a ser feliz, a aparcar otras prioridades por la búsqueda, sobre todo, de la llave de la felicidad.
También circulan por la red innumerables
frases,
esquemas y
códigos que pretenden ser la fórmula mágica de la felicidad.
La felicidad en la ciencia
Dentro del ámbito psicológico también se ha buscado desde hace décadas darle un sentido científico a esta búsqueda.
Tradicionalmente, la psicología ha sido una ciencia centrada en la solución de problemas y en los aspectos negativos del ser humano (enfermedad, discapacidad, psicopatías, etc.).
Desde los estudios de Maslow, representados en su
pirámide, hasta la psicología positiva, con autores como Martin Seligman a la cabeza, son muchos los intentos de codificar en términos medibles y estandarizados la valía del ser feliz.
La psicología positiva es el último gran adalid de la búsqueda del Santo Grial de nuestro tiempo en el ámbito psicológico.
A través de estudios basados en el bienestar y conceptos como la resiliencia (“capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro, a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves”, en definición de Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Cyrulnik, 2001 en Vera, Carbelo y Vecina, 2006), la psicología positiva intenta desentrañar las características que incitan a la “felicidad suma” que ya Aristóteles definía como el objetivo del transcurrir humano.
Esta corriente psicológica no está exenta de críticas. Sus detractores argumentan diversas carencias:
– Una base poco científica, aunando estudios poco esclarecedores con la utilización de tautologías o redundancias (“estar feliz es sentirse bien”);
– La felicidad despótica o necesidad intrínseca de ser feliz (creando una doble sensación de infelicidad, la de no ser feliz, y la sensación de fracaso por no serlo);
– El negocio generado alrededor de la corriente de la psicología positiva (desde la asociación del consumismo capitalista con la sensación de bienestar hasta la industria interminable de la literatura de autoayuda y la labor motivacional, coaching, etc.);
– Así como el peligro de denostar otras sensaciones como la tristeza o la melancolía, de gran valor adaptativo, apostando por la felicidad desmedida, cercana a problemas mentales como la manía, la pérdida de contacto con la realidad, provocando la caída en la enfermedad mental por el otro extremo, si se considera el estado de ánimo como un continuo desde la infelicidad absoluta hasta la felicidad extrema.
Lejos queda la humilde pretensión de este artículo de valorar o juzgar qué corriente está en la senda correcta, más allá de exponer las posibles tendencias que alrededor de la felicidad se postulan como argumentos verificados y válidos, dignos de consideración seria.
Sí se pretende, sin embargo, destacar la inmensa labor que, desde la psicología, como desde otras ciencias sociales, se realiza en pos del desarrollo humano, entendido este como mejora de las condiciones, en este caso psicológicas, y aún más, holísticas o generales, de la persona.
Por último, y para no dejar la sensación de vacío en el desarrollo del artículo, el autor quiere dejar constancia de su tendencia, aún desde la melancolía que puede aprisionar a cualquiera, o desde la tristeza por la no consecución del ansiado estado de felicidad anhelada, a destacar que la felicidad, más que una panacea o una utopía a la que aspirar, más que un fin, es una de las sendas que se pueden recorrer, no sin esfuerzo, pero con bonitas vistas, cuando uno esté dispuesto a hacer camino.
Bibliografía
-Avia, MD. y Vázquez, C. (1998). Optimismo inteligente. Psicología de las emociones positivas. Madrid. Ed: Alianza.
-Pérez-Álvarez, M. (2013). La psicología positiva y amigos: En evidencia. Papeles del psicólogo, Septiembre 3(34). Disponible en: https://www.papelesdelpsicólogo.es/vernumero.asp?ID=2279 [visitado el 10 de marzo de 2014]
-Vázquez, C. (2013). La psicología positiva y sus enemigos: Una réplica en base a la evidencia científica. Papeles del Psicólogo, Mayo 2(34). Disponible en https://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?ID=2233 [visitado el 10 de marzo de 2014].
-Vera, B., Carbelo, B. y Vecina, ML., (2006). La experiencia traumática desde la psicología positiva: Resiliencia y crecimiento postraumático. Papeles del psicólogo, Enero 1(27). Disponible en: https://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1283 [Visitado el 10 de marzo de 2014].
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