En los últimos años, se ha vuelto cada vez más popular intentar forzar el cambio desde el exterior. Ya sea una revolución política o personal, la gente parece pensar que el cambio se puede imponer desde afuera.
Sin embargo, esto no es un verdadero cambio.
El verdadero cambio nace desde dentro. No se puede imponer.
Por eso, para lograr un futuro sin mutilación genital femenina, debemos estar informados, tanto los profesionales de la salud como la sociedad en general.
Para poder actuar, debemos conocer.
Y poco se sabe de la mutilación genital femenina, ¿qué es?, ¿por qué sucede aún?, ¿qué podemos hacer al respecto las personas?, ¿qué podemos hacer cómo sociedad?
Esta es la forma de comenzar un cambio y poder ayudar.
Índice de contenidos
¿Qué es la mutilación genital femenina?
Es un tipo de violencia de género extremo.
Existen mujeres y niñas, en todo el mundo, que aún se ven afectadas por actitudes y prácticas frecuentes, heredadas, que forman parte de una cultura patriarcal (dirigida por los hombres) que ha predominado durante muchos años.
A nivel mundial se reconoce que la mutilación genital femenina tiene graves implicaciones sanitarias y psicosociales: viola los derechos de mujeres y niñas a la integridad física y psicológica, afectando directamente a su salud sexual y reproductiva, perpetuando las desigualdades de género.
En qué consiste la mutilación genital femenina
Según la clasificación de la Organización Mundial de la Salud existen cuatro tipologías principales de procedimientos que se les puede llegar a realizar a estas niñas y mujeres:
- Tipo 1: extirpación parcial o total del glande del clítoris o del prepucio/capuchón del clítoris (pliegue de piel que rodea el glande del clítoris).
- Tipo 2: extirpación parcial o total del glande del clítoris y los labios menores (pliegues internos de la vulva), con o sin escisión de los labios mayores (pliegues cutáneos externos de la vulva).
- Tipo 3: denominado a menudo infibulación; estrechamiento de la abertura vaginal, que se sella procediendo a cortar y recolocar los labios menores o mayores, a veces cosiéndolos, con o sin resección del prepucio/capuchón del clítoris y el glande del clítoris (tipo 1).
- Tipo 4: todos los demás procedimientos lesivos de los genitales femeninos con fines no médicos, tales como la punción, perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital.
¿Cuáles son las consecuencias en la salud?
La mutilación genital femenina tiene como única consecuencia el daño para la salud de la niña o mujer a la que se lo practican.
Los daños inmediatos son: dolor, hemorragia, fiebre, infecciones, incluso puede llevar a la muerte.
Los daños a largo plazo: infecciones urinarias, problemas menstruales y sexuales, tejido cicatrizal, trastornos psicológicos.
Inclusive esta práctica está asociada con un mayor riesgo de complicaciones en el parto (parto difícil, hemorragia, cesárea, necesidad de reanimación del bebé, etc.) y de mortalidad neonatal.
¿En qué lugares ocurren este tipo de violencia de género extrema?
La prevalencia de la mutilación genital femenina no está marcada solo por barreras geográficas.
Ocurre en los grupos étnicos presentes en los 30 países del África Subsahariana y en algunos de Oriente Medio y Asia, en donde se realiza ancestralmente en el contexto de los ritos de paso y como elemento socializador de las niñas.
Pero debido a la migración y dispersión de grupos humanos que abandonan su lugar de origen (diáspora) cada vez más se observan casos a nivel mundial.
Existen varios registros disponibles para poder estimar el riesgo entre las niñas residentes en España, sin embargo, no es sencillo de calcular la verdadera prevalencia.
Actualmente, en España, estas son situaciones posibles de encontrar en relación con esta práctica:
- Mujeres adultas o niñas que llegan a España con una mutilación genital femenina (MGF) ya practicada.
- Niñas nacidas en España, a las que se realiza la MGF durante un viaje de vacaciones al país de origen de sus padres, existiendo o no consentimiento de estos.
- Niñas nacidas en España, que se desplazan durante largas temporadas al país de origen de sus padres y regresan con una MGF practicada, generalmente por sus abuelas, con o sin consentimiento de los padres.
- Niñas nacidas en España a las que se realiza la MGF en territorio español o en otros países europeos.
- Familias en las que alguna de las hijas tiene una MGF practicada y otras no.
- Niñas adoptadas que llegan a España con la MGF practicada.
¿Qué es lo que lleva a estos grupos a realizar la mutilación genital en las niñas?
La mutilación genital femenina tiene arraigado un fuerte significado simbólico entre las comunidades que la practican, además de una estructura social que la mantiene.
Dentro de estas etnias, se la considera una actividad dentro del ciclo vital de las mujeres y su realización cuenta con el consentimiento de la comunidad e, incluso, de la mayoría de las familias de las niñas.
Cuando se pregunta acerca de los motivos para continuar con esta práctica de mutilación, aparecen diversas razones, como la tradición o la religión.
La mutilación genital femenina se practica tanto en comunidades musulmanas, cristianas, coptas y judías falashas, aunque no se menciona ni en la Biblia ni el Corán.
Son las madres y las abuelas las que organizan y protagonizan el ritual de sus hijas y nietas, pues están convencidas de que es lo mejor que deben hacer para educarlas adecuadamente y prepararlas para la edad adulta y el matrimonio.
Estas madres y abuelas desconocen de los problemas de salud que ocasionan a sus niñas y a su descendencia.
No han sido educadas, no existe una transferencia de conocimientos acerca del impacto que tiene esta práctica. Están convencidas de que lo que hacen, lo hacen por el bien de sus niñas, pues a ellas también les han realizado esta práctica sin un fundamento, simplemente por cuestiones de herencia cultural.
¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación?
La sociedad
Entendemos que la España actual es multicultural y la forma en la que nos expresamos acerca de otras culturas con sus creencias influye en la forma en que convivimos e integramos a las personas en la sociedad.
Informarnos sobre la mutilación genital femenina implica compromiso y comprensión.
Enfocar este tema desde la visión violencia de género y de defensa de los derechos humanos implica dejar de hablar de victimización y promover respeto y dignidad por las mujeres que han sufrido la práctica.
Existen varias opciones para apoyar a las organizaciones que luchan para promover un mundo sin mutilación genital femenina.
Algunos grupos de personas jóvenes, se involucran activamente en el cambio creando propuestas para juntar dinero, ofreciendo pulseras o participando de talleres, para luego donar la totalidad de los beneficios a estas organizaciones como Mundo Operante.
Los profesionales de la salud
La formación en prevención y atención de la mutilación genital femenina, debe estar dirigida a profesionales de atención primaria en salud, servicios sociales y educación, así como también que se pueda incorporar en el currículum académico de los grados universitarios.
Desde 2016 se impulsa el trabajo en red a nivel europeo a través de la participación de Médicos del Mundo en la Red Europea End FGM para lograr un buen abordaje y la prevención en estas familias de esta práctica.
Los profesionales de la salud deben brindar apoyo para los padres y madres en su decisión de no realizar la mutilación genital femenina a sus hijas, descargándoles de las presiones del entorno familia en origen y evitando cuestionar la autoridad de sus mayores, ya que demuestra que no son ellos los que penalizan la práctica.
Por eso, los médicos deben estar preparados para generar primero una buena relación con la familia y no esperar que la familia tenga planeado un viaje al país de origen para tratar de convencerlos.
Un futuro sin mutilación genital femenina es posible
Solo cuando las personas son realmente capaces de poder elegir, se consigue un cambio duradero.
Las elecciones auténticas tienen lugar cuando las personas disponen de información, pueden identificarse con las consecuencias perjudiciales de la práctica y reconocer el impacto negativo que tiene en sus vidas.
Siempre desde un diálogo respetuoso con el contexto sociocultural, todos podemos hacer nuestro aporte para un cambio real.