La primera es la identificación
Identificar cuando me estoy cargando de recuerdos, de frustraciones pasadas, de cosas que ya no van a venir y cuando estoy planificando con exceso un acontecimiento futuro.
Identificar cuando estoy dejando de conectar con nuestro entorno, cuando dejo de recibir información sensorial, o cuando me estoy centrando demasiado en los demás (idealización).
Según una investigación reciente, es más feliz quién menos idealiza a su pareja. Es importante reconocer a las otras personas como seres independientes. Ser autónomo. Es importante relacionarse manteniendo nuestra independencia.
La segunda es el mindfulness, la mente plena, consciente del aquí y ahora, de lo que estoy haciendo.
Hay un lema a modo de mantra que dice: Estoy con la persona que quiero estar, con la que he quedado, en el sitio en el que habíamos quedado, para hacer lo que queríamos hacer.
Esto puede sonar a todo lo contrario, a una vida totalmente despreocupada e irresponsable, egoísta.
Pero se puede vivir en el momento presente manteniendo un compromiso, profesional, relacional, etc.
Otra cosa distinta es huir de los problemas, utilizar la actitud de mindfulness para eludir cosas. “Esto me produce estrés, me voy para otro lado”, esto no es mindfulness, eso es alejarse de negociaciones, de resolver problemas…
La tercera es compartirlo, que pueda observarse y obtener un reconocimiento externo.
Hacer algo y que alguien externo hablase sobre ello, sin necesariamente elogiarlo. Publicaciones, conversaciones, comunidades donde eso se reconozca.
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¿Qué pasa cuando no hay un reconocimiento positivo de un cambio?
Eso es casi inevitable. Si alguien nos dice que no le gusta lo que estamos haciendo, lo tenemos que aceptar. Distinto es que nos diga que lo estamos haciendo mal y que, por lo tanto, somos malos.
Está demostrado científicamente que de 100 personas a 20 no le va a gustar aquello que hacemos y a otros 20 les va a gustar siempre todo lo que hagamos.
Ninguno de los dos auditorios es adecuado, el que nos interesa es el 60% restante que nos va a decir si le gustan o no nuestras acciones u omisiones, no nosotros. Este grupo no tiene memoria, hoy nos puede aplaudir algo y mañana se le ha olvidado. Es un público más justo.
Esto lo puedo usar de referencia, no de censura. Para seguir mejorando y construyéndome.
¿Y si no hay ningún reconocimiento?
Parece que no hubiese pasado nada. El ruido no está en el ambiente sino en nuestro tímpano.
La reacción de los demás es importantísima tanto para que nos aplaudan como que nos censuren.
¿Qué mensaje nos deja?
Si nos conocemos a nosotros mismos, si somos coherentes con lo que decimos, hacemos y pensamos, nos va a ser imposible dejar de ser felices.
La mente puede parecer muy ambigua y complicada, pero tiene un premio que es bastante grande.