La Reminiscencia sobre épocas pasadas de nuestra historia de vida hace extraer información almacenada. En la enfermedad de Alzheimer, la memoria retrospectiva (memoria de personas, palabras y eventos encontrados o experimentados en el pasado)
se conserva durante más tiempo.
En nuestra sección de Compromiso social, Cerebro Activo, África Corrochano, psicóloga de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras demencias de Talavera de la Reina (Afata) nos trae esta actividad que pretende estimular la atención y extraer recuerdos de una fecha de celebración como el “Miércoles de ceniza” y “Entierro de la sardina”
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Leemos y recordamos
Fragmento de El Entierro de la Sardina de Clarín:
“Celso quiso tomar parte activa en la solemnidad burlesca de enterrar la sardina. Se vistió con capuchón blanco, se puso el cucurucho clásico, unas narices como las del escudero del Caballero de los Espejos y pidió la palabra, ante la bullanguera multitud, para pronunciar a la luz de las antorchas la oración fúnebre del humilde pescado que tenía delante de sí en una cala negra”.
Responde
¿De quién habla?
¿Celso en qué quería participar?
¿Había mucha gente?
¿Cómo se vistió?, ¿a qué escudero se refiere?
El Miércoles de Ceniza, día importante para la religión católica porque a partir de esa fecha se inicia la Cuaresma.
Comparte celebración con el día en el que se cierra el ciclo festivo del Carnaval, fiesta que tiene un origen más bien pagano.
Se cree que el origen de los Carnavales parece remontarse a la Sumeria y el Egipto antiguo, y parecido a las antiguas festividades como Saturnalia, la festividad con la que los
romanos celebraban el solsticio de invierno.
Según distintos autores, desde mediados del siglo XIX. En Madrid era uno de las fiestas más populares del pueblo llano madrileño.
En el cuadro de Goya, se trataba de una especie de romería desaforada en la que las clases bajas se despedían de los Carnavales con abundancia de alcohol, picaresca, chistes verdes y actitudes mal vistas por la gente decente en general. Sobre todo, porque esta escena profana tenía lugar en un día de recogimiento como el Miércoles de Ceniza, coincidencia que provocó que el entierro de la sardina fuera prohibido en numerosas ocasiones y por supuesto, duramente condenado en los sermones eclesiásticos.
En las ‘Escenas matritenses’ de Ramón de Mesonero Romanos (1842) hay un capítulo dedicado al famoso entierro en el que se describe uno organizado a las afueras de la capital. Bendiciones con vino, cánticos poco menos que heréticos y miradas lascivas adornaban a los concurrentes de esta especie de aquelarre en el que se enarbolaban pendones burlescos y bailaban personas disfrazadas con capirotes o sotanas. Sobre los hombros se llevaba en procesión un ataúd en el que descansaba un pelele o muñeco con una sardina en la boca, el pelele se quemaba y la sardina se enterraba.
Con el fin de los Carnavales, se entierra en una hoguera el pasado para que nazca una nueva situación para el nuevo año. En su origen parece ser que lo que se enterraba era un costillar de cerdo al que se le llamaba ‘sardina’, un acto completamente religioso: simbolizaba la prohibición de comer carne.
Coplas para el entierro de la sardina
La sardina se murió
la llevamos a enterrar
no queremos que se entere
la guardia municipal (bis)
Esta es la historia señores
de un pescado singular
que teniendo mal de amores
no lo pudo soportar (bis)
Fue al principio un salmonete
quien la hizo recalar
para más tarde dejarla
a la deriva del mar (bis)
Luego con nueva ilusión
nuevos lances intentó
Boquerones rodaballos
y algún que otro “volador” (bis)
Hasta el día transcendente
del flechazo pasional
no de un sátiro cualquiera
sino de un pulpo muy sensual (bis)