Esta semana, en nuestra sección de Compromiso Social, el departamento de Psicología del Centro de Atención Integral a la Diversidad Funcional de Cocemfe Talavera, nos habla sobre la importancia de la intervención psicológica en ictus.
Índice de contenidos
Qué es el ictus y sus principales síntomas
El ictus o más comúnmente conocido como infarto cerebral o embolia, es una enfermedad cerebrovascular. Se produce cuando hay una rotura u obstrucción en un vaso sanguíneo reduciéndose el flujo de sangre que llega al cerebro. Debido a que la sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria, las células nerviosas no reciben oxígeno y dejan de funcionar.
Tipos de ictus
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El ictus isquémico o infarto cerebral, ocurre cuando una arteria queda obstruida, normalmente por un coágulo de sangre o trombo. El trombo limita de forma parcial o total el flujo sanguíneo disminuyendo la cantidad de oxígeno que llega al cerebro.
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El ictus hemorrágico, es el menos frecuente de entre los casos, entre un 10 y el 15% de los casos. Se produce al romperse un vaso sanguíneo (vena o arteria) derivando en una hemorragia dentro de cerebro. El oxígeno deja de llegar al cerebro, por lo que las células nerviosas dejan de funcionar y mueren en pocos minutos.
Síntomas principales de ictus
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Visión nublada o pérdida completa de la visión.
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Dificultad para hablar o entender lo que se dice de forma repentina.
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Sensación de vértigo intenso o pérdida de equilibrio.
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Pérdida repentina de fuerza en una parte del cuerpo que puede ser una parte de la cara, un brazo, una pierna, etc.
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Dolor de cabeza que aparece súbitamente y es muy intenso.
Alteraciones cognitivas, emocionales y conductuales
Alteraciones cognitivas más habituales
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Síndrome disejecutivo: es la afectación de las funciones ejecutivas. Éstas se definen como el conjunto de habilidades cognitivas que permiten la anticipación y el establecimiento de metas, la formación de planes y programas, el inicio de las actividades y operaciones mentales, la autorregulación de las tareas y la habilidad de llevarlas a cabo eficientemente. Algunos de los problemas derivados son: problemas de memoria, ejecutivos, de comunicación, etc
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Déficit de atención: capacidad para filtrar las distracciones y concentrarse en la información relevante.
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Percepción: capacidad para interpretar los estímulos de nuestro entorno. La percepción se encarga de identificar y dar sentido a la información que recibimos desde nuestros órganos sensoriales en función de nuestro conocimiento previo sobre el mundo.
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Velocidad de procesamiento: Se refiere al tiempo que le lleva a una persona hacer una tarea mental. Esta propiedad es muy sensible al daño cerebral, ya que incluso una alteración moderada de la sustancia blanca del cerebro puede afectar a nuestra velocidad de procesamiento. Es bastante común que una persona tras un ictus requiera más tiempo del habitual para hacer una misma tarea.
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Apraxia: es la incapacidad para poner en marcha secuencias de movimientos con una intencionalidad (por ejemplo, llevarse un cubierto a la boca para comer o abrochar un botón) cuando no existe un problema motor que lo impida.
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Agnosia: es la dificultad para percibir imágenes, caras, sonidos, sensaciones incluso cuando sus órganos de recepción perceptiva se encuentran intactos.
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Afasia: Es uno de los síntomas más comunes y visibles a nivel cognitivo del paciente que ha sufrido un accidente cerebrovascular, tras este la persona puede encontrar dificultad en el entendimiento del lenguaje o en su producción.
Alteraciones emocionales y conductuales
Las alteraciones a nivel psicopatológico y conductual más frecuentes en pacientes afectados de ictus son diversas. Además, muestran coincidencias sintomatológicas con los procesos depresivos. Las más habituales son:
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Irritabilidad y Agresividad: es una de las manifestaciones más comunes del ictus. Las manifestaciones de irritabilidad pueden ser de tipo verbal, físicas hacia objetos y/o hacia personas. Supone la pérdida de control ante frustraciones de la vida cotidiana.
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Egocentrismo: en este caso los pacientes acostumbran a tener dificultades a la hora tener en cuenta al «otro». Se tiende a priorizar en todo momento las propias necesidades, llegando incluso a imponerlas. Esto sumado a la escasa tolerancia a la frustración, lleva a habituales alteraciones de conducta.
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Apatía: incapacidad para programar y regular las actividades de la vida cotidiana. Hay una desmotivación general para hacer cosas que antes resultaban gratificantes o placenteras. No son capaces de iniciar acciones si no se les proponen.
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Infantilismo: tendencia o estado de la persona a establecer y mantener en su carácter y comportamiento una persistencia de características que podrían ser consideradas propias de los niños.
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Rigidez de pensamiento: incapacidad para modificar planes preconcebidos. Todo ello, a pesar de que las circunstancias varíen. Obedece a un déficit en el sistema planificador de acciones. Los procesos cognitivos que subyacen a esta conducta son diversos. Pueden ser desde una reducción de la capacidad de la memoria de trabajo, cuya consecuencia podría ser la imposibilidad para introducir informaciones nuevas y generar cambios adaptativos a la acción ya diseñada.
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Baja tolerancia a la frustración o reacciones catastróficas: se refiere a reacciones repentinas de llanto, enfado o temor ante la vivencia de fracaso al afrontar una tarea determinada.
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Ansiedad y/o depresión: puede aparecer sintomatología ansioso-depresiva, (sentimientos de soledad, desesperanza, sentimientos de rechazo, etc), devenidos del propio daño cerebral, pero también, por el duelo que supone la pérdida con respecto a las capacidades previas al mismo. Las manifestaciones de depresión dependen de cada persona.
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Incontinencia emocional: dificultad para regular y expresar las propias emociones. Pueden ser expresiones emocionales inadecuadas en frecuencia, intensidad y duración. Pero también que la emoción no concuerde con el contexto en el que se da, o se de una alternancia entre emociones diferentes ante un mismo estímulo.
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Desinhibición: las dificultades emocionales y la irritabilidad pueden desembocar en comportamientos que no son adecuados. Estaríamos hablando de comportamientos alejados de las normas sociales establecidas en un determinado contexto social. Se da un descontrol de los propios impulsos y actúa como si no importaran las consecuencias de sus actos.
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Fatiga: la fatiga primaria post-ictus puede aparecer en ausencia de otros síntomas depresivos. Se caracteriza por un cansancio extremo o falta de energía y de motivación. Todo ello como respuesta a mínimos esfuerzos físicos y mentales. Pero también, como respuesta a procesos de estrés emocional ante determinadas situaciones.
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Anosognosia: se refiere a la falta de conciencia sobre la discapacidad y sus consecuencias. Puede tomar diversas formas de manera que, en ocasiones, la indiferencia emocional pueda acompañar a la constatación de la discapacidad.
Intervención psicológica en ictus en COCEMFE – Talavera
En primer lugar, se realiza una entrevista con el paciente, es fundamental comprender la experiencia subjetiva de la persona (empatizar para entender). Es importante conocer cómo percibe su realidad tras el ictus, su situación no sólo actual sino también sus expectativas de futuro. Conocer sus emociones, sus sentimientos, sus preocupaciones y sus aspiraciones es necesario para poder no sólo adaptar el tratamiento cognitivo y funcional a sus necesidades, intereses y preferencias, sino realizar un apoyo y acompañamiento emocional que permita incrementar aspectos clave para el éxito de la intervención como son la actitud, la motivación y el grado de implicación.
Después, se realiza una valoración completa del paciente en la que se utilizan diferentes métodos de evaluación: entrevistas semiestructuradas tanto con el paciente como con los familiares, escalas para valorar los déficits cognitivos y diferentes pruebas y cuestionarios para medir las posibles secuelas emocionales (ansiedad, depresión, autoestima, etc).
Tras la evaluación, se acuerdan los objetivos que queremos alcanzar y se elabora un programa individualizado centrado en la persona.
La intervención psicológica en ictus en COCEMFE Talavera se trabaja desde varias vías
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A través de la estimulación cognitiva, se trabajan tanto los procesos cognitivos que tienen déficits como los que se mantienen preservados. De esta manera, se refuerzan nuevos patrones y se optimizan las funciones intactas.
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Los procesos conductuales y emocionales se trabajan a través de la psicoterapia. adaptada a personas con déficits cognitivos y funcionales que además pueden encontrarse inmersos en un proceso de duelo debido a la pérdida de capacidades y los cambios experimentados en su vida.
Para realizar este tipo de terapia, se usan distintas herramientas, enfoques y técnicas habituales en psicología pero adaptadas a las necesidades de cada persona. Adaptar implica el uso de apoyos para facilitar la comprensión de la información (esquemas, imágenes, vídeos, etc.), ayudas compensatorias para recordar la información dada (libretas, tablets, etc.) entre otras opciones.
Más allá de las estrategias terapéuticas empleadas, el objetivo primordial de toda intervención neuropsicológica se orienta no solo a incrementar los beneficios del proceso rehabilitador, sino a facilitar el proceso de readaptación y de reintegración social y comunitaria.
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Cuando no es posible realizar psicoterapia directamente con la persona, cobra mayor importancia la psicoeducación y el apoyo a su entorno cercano, especialmente familia y/o cuidadores externos.
Conclusiones
La rehabilitación neuropsicológica resulta ser imprescindible en el tratamiento neurorrehabilitador de una persona, ya que facilita la reintegración del sujeto en su ambiente familiar, laboral y social.
El objetivo principal es la recuperación de dichas funciones como la adaptación funcional de la persona a su entorno. Para ello, la neuropsicología se basa en técnicas cuya evidencia científica demuestra su efectividad: la restauración de la función deficitaria, la compensación de la misma mediante apoyos y ayudas externas para poder realizar las tareas y la sustitución mediante otras funciones que sirvan de apoyo a aquellas con mayores dificultades [2].
Todas estas técnicas se apoyan en el concepto de plasticidad neuronal. Es la capacidad de reorganización del cerebro después de un daño cerebral para compensar las dificultades y crear un reaprendizaje.
Los programas de rehabilitación neuropsicológica persiguen fortalecer las funciones alteradas apoyándose en las funciones conservadas y progresar desde niveles más sencillos a otros más complejos, inicialmente con apoyo y procurando que progresivamente logre realizarlo la propia persona.
No obstante, la rehabilitación neuropsicológica también va dirigida a los familiares para que aprendan a vivir y sobrellevar los déficits cognitivos resultantes de la lesión cerebral de su familiar, lo que ayudará a éste a optimizar la recuperación de sus funciones superiores y a ser más consciente de sus limitaciones, desarrollando posteriormente estrategias que las compensen.
Bibliografía
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Association