Los seres humanos tenemos autonomía para hacer una cosa u otra y para suprimir lo que no se desea.
La capacidad de decidir está, sobre todo, en la corteza prefrontal, un área del cerebro que nos ajusta al medio y tiene un desarrollo tardío en las personas.
La emoción, en cambio, está ubicada en otra zona llamada la amígdala cerebral y en cuestiones de rapidez la emoción juega con ventaja, por eso hablamos de decisiones impulsivas.
Sin embargo, en la actualidad estamos viviendo en un momento en el que la razón impera sobre todo lo demás.
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Razón y emoción en la toma de decisiones
Las prisas de la vida diaria nos impulsan a hacer cada vez más cosas.
Nos levantamos cada mañana con una larga lista de tareas y nos acostamos por la noche con la insatisfacción de que un día más se nos ha escapado entre los dedos.
Vivir así no es satisfactorio.
Incluso es frustrante y a la larga nos conduce al estrés y ansiedad.
Esta situación nos puede llevar a la aparición de dolencias y enfermedades en nuestro físico que no puede soportar ese automatismo casi robótico.
Pero la razón nos dice que es así como debe ser, siempre se ha hecho así. Nuestros padres nos enseñaron a vivir de este modo y eso es lo que la sociedad demanda.
De esa manera todo lo que acontece en nuestra vida pasa por el filtro de la razón, de la mente, de la planificación y la acción, del hacer y hacer, y pensar que de esta manera es como debe ser.
Pero ¿es esta una forma sana de vivir?
Cuando la razón predomina sobre la emoción: mi experiencia personal
Soy una persona mental, a la que siempre le ha gustado mucho elaborar listas de cosas por hacer, pensar, entender, analizar, desmenuzar la información, vivir desde la mente y para la mente.
Imagino que esta manera de entender la vida es la que me llevó a estudiar la carrera de Químicas, en la que el primer día de clase un profesor nos dejó muy claro:
— “Somos científicos, nuestra mente está diseñada para observar y analizar”.
Y yo me lo creí.
Todas mis decisiones y acciones tenían que pasar sí o sí por la razón, por un complejo proceso de analizar los pros y los contras, lo bueno y lo malo, concretar, separar, medir.
En aquella época vivía feliz… o eso creía.
Mi cuerpo no opinaba lo mismo: dolores de cabeza, ansiedad, contracturas y un sinfín de reacciones alérgicas.
Mi mente hiperactiva no paraba ni un momento, recordando, trayendo vivencias del pasado, preocupada por el futuro y por supuesto, imaginando los peores escenarios que se te puedan ocurrir.
Así vivía.
Para mí era “normal” vivir con ansiedad, dolor de cabeza y tener que acudir todos los meses al fisioterapeuta.
Pero la vida me abrió una puerta a un mundo que no conocía; vino de la mano de la maternidad.
Cuando nació mi hija la razón se fue de paseo y afortunadamente apareció algo que me impulsaba a hacer las cosas de otra manera.
Comencé a “sentir” lo que debía hacer, a “saber” lo que era mejor para mí y para ella, independientemente de lo que las leyes de la sociedad y de la familia dictaban desde la razón.
Ese fue mi gran clic.
Comprendí que la mente no siempre nos puede ayudar y que hay veces la mejor solución viene del interior, de una conexión que todos tenemos, pero que hemos olvidado.
Explorando el impacto emocional en las elecciones
Te animo ahora a que empieces poco a poco a hacer un cambio.
Deja de dar todo el protagonismo a la razón y comienza a tener más en cuenta la emoción, la escucha interna, la intuición.
Abre tu mente a desaprender lo que te han enseñado hasta ahora.
Elige “Aprender a Vivir” desde otro lugar, sin despreciar a la mente, pero dándole el lugar que le corresponde y no todo el poder.
Utiliza la razón para lo que realmente es útil: hacer listas, planificar, analizar, medir y todo lo demás, déjaselo a esa parte intuitiva.
Vivir desde la emoción y desde la escucha interna es mucho más gratificante.
Te ayuda a tomar las mejores decisiones para ti.
Puede que al principio no te resulte fácil porque nuestra intuición está muy desentrenada, pero con práctica y constancia conseguirás activar tu brújula.
De la razón a la emoción, escucha tu brújula interior
Para mí la maternidad se convirtió en el clic que necesitaba para vivir de otra manera.
Sirvió de trampolín para seguir estudiando, esta vez lo que mi corazón quería y no mi razón.
Gracias a este clic y al proceso que inicié desde el interior, ahora soy Terapeuta energética y además de especializarme en la terapia cuántica SAAMA.
He creado mi propio método “Aprendiendo a Vivir” con el que acompaño a las personas que necesitan un cambio para vivir conectados con su esencia.
En estos procesos, a veces, es necesario reprogramar antiguas creencias, cambiar nuestra manera de pensar, de ver la vida.
Ayudo a soltar algunas emociones que se han quedado bloqueadas a lo largo de los años y que son las responsables de la mayoría de los dolores físicos y enfermedades que sufrimos a diario.
Nuestro cuerpo se encarga de dar voz a todo lo que hemos ignorado al vivir sin brújula, sin escucha interna.
Desde la mente, pero gracias a la terapia cuántica, es posible liberarse de esas ataduras.
¿Acaso no te gustaría empezar a vivir la vida que tú deseas, a levantarte por la mañana feliz de vivir un día más y acostarte por las noches con la satisfacción de un día disfrutado de verdad, con el corazón?
Eso es posible.
No vivas exclusivamente desde la razón, te invito a conectar con la intuición y activar tu brújula interior.
Te invito a vivir más feliz, saludablemente. 🙂
