Dolor crónico. ¿Por qué no soporto que me toquen?

La fisioterapeuta, Noemí Lucas, nos envía este artículo sobre el dolor crónico y el rechazo a ser tocados, patrocinado por "El blog de las personas que viven con dolor".

Hace unos meses, un compañero de trabajo me recomendó leer este interesante artículo titulado “Fibromialgia y pareja, cómo explicar lo que te sucede” que habla en detalle de un problema común y muy delicado que comparten los hombres y las mujeres que sufren día tras día de dolor crónico: el rechazo a ser tocados.

El dolor crónico y sus repercusiones emocionales
La fibromialgia, la espondilitis anquilosante, la ciática, etc… Hay muchas afecciones que implican dolor crónico constante, una sensación de malestar físico que va dañando paulatinamente esa faceta tan importante del ser humano: su parte emocional.
Quizás has oído alguna vez la frase “el dolor mata lentamente”. Es muy cierto.
El dolor físico no sólo consume la fuerza de nuestros músculos o daña el buen funcionamiento de nuestros órganos vitales, también merma nuestra resistencia psicológica al propio dolor, reduce ese umbral de dolor que todos poseemos y, también, suscita un fuerte deseo de que nos dejen solos, de que no nos toquen ni física… ni emocionalmente.
El dolor crónico y la depresión
Aunque no suframos de dolor crónico, todos podemos hacernos una idea clara de que sufrir dolor día tras día puede conducir a una persona a un estado de depresión.
El dolor, además, suele venir acompañado de alguna incapacidad física que impide a la persona que lo sufre llevar una vida normal. 
Las personas con dolor crónico ven cómo su salud no les permite trabajar como el resto de sus compañeros, practicar libremente el deporte que más les gusta, pasar largas horas viajando en coche o en avión, jugar con sus hijos o con sus nietos…
La persona con dolor crónico va evitando esas actividades de contacto humano y, así, va perdiendo la costumbre de tocar… y ser tocado.

El dolor crónico y la ira

A veces olvidamos que sentir dolor cada día y cada noche de nuestra vida puede provocar una reacción de ira entre los pacientes de enfermedades crónicas.
No es tan difícil entender por qué una persona con dolor crónico puede sentir furia consigo misma y con su destino, ellos y ellas se preguntan continuamente “¿por qué yo?” y, por supuesto, no obtienen respuesta.
Como ves, el dolor crónico es capaz de hacerle mucho daño no sólo a quien lo sufre, sino a su pareja, a ese ser querido que se ve apartado física y emocionalmente. 
El problema es tan grave como parece y hay que buscar soluciones inmediatas para intentar volver a la normalidad de la vida en pareja.
Para saber cómo debe afrontar una persona que convive con el dolor crónico su dolencia, te recomiendo que leas una de las últimas guías gratuitas del Blog de las Personas que viven con dolor: “Actitud positiva, clave para combatir tu dolor crónico”.
 
*Nota informativa: Este artículo está patrocinado por  https://www.hhp.es/blog
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Noemí Lucas. Fisioterapeuta Colegiada Nº 3503.

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